DIECIOCHO

123 19 4
                                    

La oficina de Jiye estaba sumida en un silencio metódico, roto solo por el suave tecleo de su computadora y el ocasional movimiento de hojas mientras revisaba documentos importantes. Yoo observaba su pantalla una y otra vez, analizando minuciosamente cualquier posible error antes de entregar la resolución a su mentora. Su mente trabajaba en sobretiempo, nerviosa por el juicio crítico que pronto recibiría.

"Que sea lo que Dios quiera..." murmuró para sí misma mientras se levantaba, estirando ligeramente su cuerpo antes de caminar hacia el escritorio de Jiye. Está, quien había estado concentrada en sus propios asuntos, se detuvo en cuanto percibió la presencia de Yoo.

"¿Está en mi correo?" preguntó Jiye con voz neutral pero firme. Yoo asintió, nerviosa, mientras la mujer clicaba en su bandeja de entrada. El archivo apareció en pantalla. Jiye comenzó a leerlo con precisión calculada, mientras Yoo cruzaba los dedos mentalmente, buscando algo de consuelo emocional. "Supongo que está mejor que el anterior. Buen trabajo," comentó Jiye, sin dejar espacio a efusiones innecesarias.

Yoo, sorprendida y aliviada, no pudo evitar sonreír con discreción, agradeciendo internamente y regresando a su lugar. El estrés acumulado por la presión laboral se disipó momentáneamente.

"Yoo, ¿te parece terminar temprano por esta vez?" preguntó Jiye inesperadamente, lo que generó una sensación de desconcierto en la joven.

"¿Temprano?" repitió Yoo, claramente sorprendida, levantando una ceja.

"Sí. ¿No te gusta la idea?" Jiye dejó escapar una pequeña risa, mientras se ponía de pie y comenzaba a recoger algunos papeles dispersos en su escritorio.

"No es que me disguste, solo me sorprende. ¿Por qué?" Yoo se echó hacia atrás en su silla, intrigada.

Jiye vaciló por un momento antes de responder. "Es un poco embarazoso, pero tengo una cita... con mi prometido." La declaración fue directa, sin adornos emocionales, pero suficiente para captar toda la atención de Yoo, quien no pudo evitar quedarse en silencio, procesando la información.

"¿Qué? ¿Acaso por estar tan ocupada no puedo tener a alguien?" replicó Jiye con una ligera sonrisa burlona al notar la expresión de Yoo.

"No, no es eso. Solo que... eres hermosa, inteligente, exitosa... era de esperarse que estuvieras comprometida," respondió Yoo apresuradamente, tratando de justificarse. "Aunque me resulta curioso que no lo haya visto en todo este tiempo que llevas impartiéndome clases."

"Los dos estamos muy ocupados para vernos. Es un compromiso arreglado por nuestras familias," explicó Jiye mientras se acomodaba en el sillón frente a Yoo. "No es por amor, es más bien un acuerdo empresarial. Ambas partes ganan."

Yoo asintió con la cabeza, mostrando una comprensión que no compartía del todo. Había crecido con la creencia de que el matrimonio debía basarse en el consentimiento mutuo y en una conexión emocional profunda. Para ella, el matrimonio no era simplemente una transacción estratégica, sino un compromiso impulsado por el amor.

Después de esta breve conversación, la habitación volvió a sumergirse en un silencio tranquilo. Sin embargo, Jiye interrumpió nuevamente. "Bueno, como tenemos menos tiempo, te enviaré unos archivos para que los revises. Ya les eché un vistazo, no deberían darte mucho trabajo."

Yoo asintió, volviendo su atención al ordenador. El tiempo pasó rápidamente mientras completaba sus tareas asignadas. Al terminar, guardó sus pertenencias en el bolso y se despidió respetuosamente de Jiye antes de salir de la oficina.

En el camino, la idea de invitar a Ijin a comer comenzó a rondar en su mente. ¿Estaría disponible? Sacó su teléfono mientras caminaba distraídamente por el pasillo, sin darse cuenta de que se acercaba a una figura alta y robusta. El choque fue inevitable, y algunos de sus libros y papeles cayeron al suelo.

ADOLESCENTE MERCENARIO | IJIN YUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora