009. Chantajes y el prófugo de Azkaban

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Si bien ya era un hecho que el aumento de peso de Paige comenzaba a ser un tema serio para su ropa que comenzaba quedarle demasiado ajustada,  era lo suficientemente orgullosa para no admitirlo y en cambio se esforzaba aun más para que le entrara la ropa.  Después de haberse duchado temprano en la mañana,  Paige estuvo un buen rato tratando de abrocharse el sujetador que se mostraba rebelde a sus intentos de ajustarlo a sus dos nuevos inconvenientes físicos.

Se había levantado temprano por alguna razón y es que Paige tenía esos extraños momentos donde alguna cosa que debiera hacer independientemente de la hora,  ameritaba que ella estuviera pendiente desde temprano.  Debido a que era algo extraño,  los Dearborn se quedaron extrañados al ver a Paige bajar a desayunar ya vestida usando una falda floreada azul con una blusa gris y zapatillas negras.

Los cuatro Dearborn sentados en la mesa e incluso Julian se quedaron incrédulos al ver llegar a Paige am comedor ya vestida con ropa muggle y sentarse como si nada a tomar su desayuno.

—Estás vestida—señaló Carmine como si no fuera lo bastante obvio—. Y con una buena combinación de ropa muggle, hermanita…

—¿Ahora es la parte en que me dices que en serio en Estudios Muggles ven sobre la vestimenta y la forma correcta de usar ropa muggle? —preguntó Paige con tranquilidad dándole un mordisco a su sándwich de atún.

—De hecho sí —acotó Mortimer con una taza de café a medio camino sin despegar la mirada de la castaña—. No te imaginas la cantidad de casos de brujas y magos que terminan confundiendo blusa y camisa.

—Eso es demasiado ridículo.

—No tanto como verte así —replicó Hunter tragando en seco—. ¿Vas a algún lado?  ¿por qué no me avisaste?

—Oye, ya vamos a tener trece años ¿no crees que ya es momento de tener cada uno su espacio por separado?

—¡Somos mellizos casi gemelos! —exclamó el ojiazul casi con exaltación —. Tenemos un código que nos une y que no debemos romper hasta el final de nuestros días,  Paige.

—Teníamos seis años cuando dijimos eso,  las cosas cambian.

—Te desconozco,  hermana—añadió Hunter dramáticamente para luego recomponerse y hablar con más normalidad —. ¿Tiene que ver con Harry?  Ya que ayer al parecer decidiste mandarle un regalo parecen ser bastante cercanos últimamente.

—¿Tú qué sabes?

—Y él vive por aquí cerca—secundó Serenity a su hermano—. Fuimos allá el año pasado ¿recuerdan?

Paige le dirigió a la pelirroja una mirada de estar a punto de lanzarse a ahorcarla hasta que Mortimer carraspeó claramente viendo las intenciones de la castaña de lanzarse a insultarla.  La ojiazul se resignó y siguieron su desayuno con la rutinaria llegada de la lechuza que llevaba el periódico.

Carmine justo pasaba cargando a Julian ya que el niño quería jugar con ella cuando Mortimer de pronto vio el periódico como anonadado en la primera plana y ella se acercó a leer encontrando la razón de que estuviera con tal estupor.

—Pero…¿cómo?

—¿Cómo qué? —preguntó Hunter acercándose curioso a ver el periódico.

En la primera página, una gran fotografía de un hombre con rostro triste y demacrado y pelo largo y enmarañado le guiñaba el ojo a la cámara.  En eso Paige se aproximó también para leer justo el encabezado.

FUGA DE AZKABAN: SIRIUS BLACK HA ESCAPADO DE PRISIÓN

—¿Sirius Black?  —preguntó Paige.

Paige y el Prisionero de Azkaban | Harry Potter |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora