capitulo 8

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Me levanté de la cama y me dirigí al laboratorio. Cada 15 días tenía una revisión de salud. Me monitoreaban y me daban medicamentos para asegurarme de que todo estuviera en orden. También me hacían un chequeo mental, un procedimiento invasivo que detestaba, pero al que ya me había acostumbrado.

James y yo nos reunimos para correr por el gran bosque que nos rodeaba.
El aire fresco y el sonido de las hojas bajo nuestros pies eran un gran alivio. James no aguantó correr mucho y pronto se detuvo, jadeando por aire.

—Te vi salir del laboratorio de Aaron.

Dijo entre respiraciones, su tono preocupado.

—Sólo fueron los chequeos habituales Me dieron una doble dosis de medicamentos.

Intentando sonar despreocupada.

—¿Por qué? —preguntó James, con una mezcla de curiosidad y preocupación en su voz.

Suspiré, sintiendo el peso de la confesión que estaba a punto de hacer.

—No controlo bien mis poderes

Admití, con la voz un poco más baja.

—A veces, cuando me desbordo... lastimo a las personas. Los medicamentos ayudan a mantenerlos a raya, pero...

Mi voz se quebró ligeramente.

—A veces siento que pierdo una parte de mí misma con cada dosis.

James me miró con seriedad, su habitual energía apagada por la preocupación que se reflejaba en sus ojos.

—Lili, estoy aquí para ayudarte y lo sabes .

Dijo mientras acercaba su mano a la mía, sus dedos rozando los míos con suavidad.

Sentí el calor de su mano, una conexión que me hizo olvidar por un instante el miedo que me consumía. Apreté su mano, agradecida por su apoyo.

—Gracias, James.

Él me dio una sonrisa reconfortante, la chispa en sus ojos volviendo a aparecer.

Continuamos entrenando en silencio. Sabía que James se preocupaba por mí, pero también sabía que tenía que mantener las apariencias. Ya no quería mostrar más debilidad.

Nos sentamos en un tronco caído, y la luz del sol se filtraba a través de las copas de los árboles, creando un ambiente casi mágico. Había algo en ese momento que se sentía diferente, más íntimo.

—James, ¿cómo llegaste a esa jaula?

pregunté, rompiendo el silencio.

James miró al suelo, su expresión se volvió sombría.
—Mi mejor amigo me traicionó. Informó a un grupo criminal sobre mi existencia. Vinieron a mi casa y me llevaron. Fue ahí donde todo cambió para mí

Dijo, su voz cargada de tristeza.

—Lo siento, James. No puedo imaginar lo difícil que fue para ti —respondí suavemente.—Pero quiero que sepas que ahora tienes a alguien en quien confiar, alguien que nunca te traicionará.

—Gracias, Liliana. Significa mucho escuchar eso.

Regresamos a la casa después del entrenamiento, y fui directamente a la oficina de mi padre.

—Te tengo otra misión. Hoy en la noche tienes que infiltrarte en una base militar para robar información vital. Hay rumores sobre una tecnología capaz de neutralizar temporalmente los poderes de los Lumians. Tienes que tener mucho cuidado, con los  guardias, usan esa tecnología como escudo para protegerse. Será mejor que lleves a alguien como refuerzo.

Dijo mi padre con ese tono serio que nunca parecía cambiar.

—Llevaré conmigo a James —dije, decidida.

—Mi padre soltó una carcajada.Apenas es un novato. En vez de ayudarte, será todo lo contrario. Solo te estorbará.

James ha demostrado ser más que capaz —respondí, firme.

Mi padre frunció el ceño, pero finalmente asintió.

—Muy bien. Pero si algo sale mal, será tu responsabilidad.
   
                     
            🌷🌷🌷                     

 Entré en la habitación de James para informarle sobre la misión que nos habían asignado. La puerta se cerró suavemente detrás de mí, y allí estaba él, dándome la espalda mientras se ponía una camisa. Al verla, noté los moretones oscuros que cubrían su piel, testigos de las torturas que había sufrido.  Al entrar, mi mirada se detuvo en su espalda, donde noté moretones oscuros que evidenciaban el sufrimiento que había soportado.

Sin pensarlo, acerqué mi mano y la coloqué suavemente sobre uno de los moretones. Sentí el calor de mi poder fluir a través de mí, sanando su piel al instante.

James giró la cabeza, sorprendido, y me miró.

—¿Desde cuándo puedes hacer desaparecer heridas? —preguntó, con un toque de asombro en su voz.

Sonreí suavemente y respondí, tratando de aligerar el momento—. Desde ahora mismo —bromeé.

Él dejó escapar una risa suave, pero pude ver la sombra de algo más profundo en sus ojos, una herida que no podía sanar tan fácilmente.

—Ojalá pudieras hacer lo mismo con las cicatrices que no se ven —murmuró.

Me quedé en silencio por un momento, deseando más que nada poder aliviar también ese dolor.

—Lo haría, James, si pudiera. Te juro que lo haría.
                           

Sombras del pasado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora