capítulo 3

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Me vestí con la ropa adecuada unas botas color café que se ajustaban firmemente a mis pies, una chamarra de mezclilla que me proporcionaba cierto grado de protección, una camiseta negra que combinaba con los pantalones del mismo color. Hice un gesto con las manos y abrí un portal. Nos trasladamos al lugar junto con los hombres de mi padre. Estábamos en ruta hacia una misión cuyo objetivo era claro: robar la mercancía de armas y capturar a los Lumians  para luego venderlos o someterlos a experimentos. Esta parte del negocio no me agradaba en absoluto, pero desobedecer las órdenes de mi padre era como desafiar a un demonio.

Dirigí a los hombres a diferentes puntos estratégicos, señalando con determinación dónde debían actuar.

Entré en una habitación y me encontré con un panorama desalentador. Había muchas jaulas, cada una contenía a un Lumians. Las jaulas estaban diseñadas para contener el poder de los Lumians, impidiéndoles escapar.

Todos estaban sumisos, con una mirada de profundo miedo en sus ojos.

Suspire

—Voy a liberarlos. Entrarán en los portales con los sujetos a mi lado. Si intentan escapar, les irá muy mal —dije con voz firme, mostrando autoridad.

Moví mis manos y una energía roja comenzó a emanar de ellas. Concentré mi poder en las jaulas que aprisionaban a los Lumians, y las rompí con un gesto decidido.

Una tras otra, las barreras cedieron bajo mi voluntad, liberando a los prisioneros de su encierro.Para mi sorpresa, el último ocupante de una de las jaulas no salió inmediatamente. Caminé hacia la jaula, observando con atención a su ocupante. Era un hombre joven, su espalda desnuda mostraba numerosos moretones y señales de tortura. Su piel pálida resaltaba  los oscuros hematomas. Cuando volteó a verme, sus intensos ojos azules mostraban resignación y una mezcla de emociones difíciles de interpretar.

 
—No escuchaste lo que dije! ¡Sal de la jaula y acompaña al guardia al portal !.ordené con firmeza, mis palabras resonando en el oscuro sótano.

El joven en la jaula levantó la vista lentamente, sus ojos reflejando una mezcla de fatiga y desafío.

—Te escuché pero no quiero. Estoy harto de esto.

replicó con un tono seco y agotado.

Mi corazón dio un vuelco. Había algo en su mirada, una chispa de determinación y desesperación que me tocó profundamente.
Tomé un respiro y me acerqué un poco más, bajando la voz.

—Entonces te daré trabajo. Trabaja para mí, tendrás un sueldo y comodidades. No tendrás que pasar por esto otra vez.

La oferta salió de mi boca casi sin pensar. No sabía por qué, pero sentía una necesidad imperiosa de ayudarle. Quizás porque veía en él un reflejo de mi propia lucha, una lucha que nunca había compartido con nadie.
Él me miró fijamente, sus ojos escudriñando los míos en busca de alguna señal de engaño. Finalmente, con una expresión seria pero llena de una nueva esperanza, asintió lentamente.

—Está bien, acepto el trabajo.
Sentí un peso levantarse de mis hombros.

—Perfecto. Vamos a sacarte de ahí.

Le tendí la mano, y después de un breve momento de duda, la tomó.
Mientras nos dirigíamos hacia el portal, no pude evitar preguntarme en qué me estaba metiendo. Pero una cosa era segura: había algo en este joven que me hacía querer protegerlo,
 
moví mis manos abriendo varios portales para que cada guardia pasara con un Lumians.

Sombras del pasado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora