Capítulo 29

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Matthew

Estos dias después de la ruptura de Ela y Alexander he luchado internamente conmigo mismo por no acercarme a ella. Pronto van a regresar Andrew y mamá, lo que significa que me iré nuevamente. Ese era el plan, estar aquí mientras ellos se ocupaban de la situación por allá y luego me iba, pero ahora la idea no me gusta tanto y comienzo a cuestionarme si de verdad hago bien escapando de nuevo.

Por otro lado, Elaine y yo estando juntos no nos controlamos. Solo Dios sabe lo que me ha costado no ir hacia ella y tomarla como tanto nos gusta a ambos. Mi mente estos dias ha estado tan concentrada en ella, que Venus tiene que recordarme las cosas todo el tiempo. Le pido que suspenda las reuniones que tengo el resto de la tarde y subo a la azotea del edificio. Sin embargo lejos de sacarme a cierta mujer de la cabeza, el destino me la pone en frente. Está aquí, mirando todo desde la altura como lo hacía cuando éramos niños.  Por un momento pienso en dejarla sola  pero mi boca traicionera se adelanta.

--Aquí comenzó todo. 

Recuerdo nuestro primer beso justo aquí.

--Jamás lo olvidaría - habla sin voltear.

--No sabía que estarías aquí, solo venía a despejar la mente un rato.

--Puedo saber que hay en tu mente que no te deja tranquilo.

--Tú, tú estás en mi mente.

Sonríe por mi respuesta.

--Nunca quise que te alejaras. Ni mentirte. Me ganó la culpa que sentía por el engaño, pero la verdad es que nunca llegué a amar a Alexander, no con ese amor que te hace cometer locuras, como dormir y amanecer en una playa desierta o hacer el amor en la piscina estando conscientes de que hay personas en casa. 

Sonrío porque entiendo las referencias y aunque no me lo dijo directamente, acaba de aceptar que me ama. Y quiero decirle que le correspondo, que estoy igual de enamorado pero su brazos alrededor de mi cuello y su labios sobre los míos son sufientes para dejarme sin señales de inteligencia. La levanto del piso por la cintura para que enrrolle sus piernas en mi cadera. Quiero hacerla mía aquí mismo. Me importa tres carajos quien nos pueda ver, aún así decidimos ir a mi oficina, que es un poco más discreta.

Entramos en el ascensor y por más que quiera resistir, no puedo. Me voy sobre ella para seguir besándonos y la levanto pegándole la espalda al frío metal del ascensor. freno el ascensor antes de llegar y ella se encarga de liberar mi erección del pantalón mientras yo reparto besos por su cuello arrancándole gemidos que me parecer el sonido más exquisito que podría existir. Sin mucho preambulo me introduzco en ella de un solo movimiento lo que hace que se aferre a mi con fuerza. Desabrocha los primeros botones de mi camisa para besar y morder mi pecho. Ambos estamos al límite. Su cuerpo tiembla gracias al orgasmo que acaba de tener y luego de un par de embestidas más, yo también llego a la gloria con ella. 

Unimos nuestras frentes y nos besamos con intensidad como si el poco tiempo que estuvimos separados aumentó las ganas, la tensión entre nosotros. La bajo para arreglarnos y observo su cara roja y una marca violeta en su cuello. No me gusta marcarla como si fuera un animal, pero cuando tenemos momentos así, lo hago casi inconscientemente. Ella me observa también y sonríe poniéndose más roja de lo que estaba.

--Me parece que tendrás que disimular esa marca con el cabello. 

Se toca el cuello y se acomoda el cabello de manera que disimule la marca. La tomo de la cintura otra vez para besarla, para darle todos los besos que no le pude dar en estos días. 

--Juro que amo tus besos, pero debemos salir de aquí.

Asiento y presiono el botón para que el ascensor siga su curso.

--Si depende de mi, nos quedamos todo el día. De todas formas hay otros ascensores.

Le hablo desde atrás, con mi boca cerca de su oreja y veo como se le eriza el vello. Pero el ascensor abre sus puertas y Venus nos observa del otro lado con el ceño fruncido. Finjo que no pasa nada y pido permiso para pasar con una Elaine muy roja al lado mío. Ela va para el baño y yo la espero sentado en la punta del escritorio, pero la puerta de la oficina se abre y mi sonrisa se borra.

--Alexander -digo en un intento de saludo cordial hacia el idiota.

--Matthew, tu secretaria no está en su puesto y me urge hablar contigo.

Quiero sacarlo a empujones de aquí, pero pienso en el escándalo, en Elaine y respiro profundo antes de hablar.

--Hasta donde sé, todo va de maravilla con los proyectos.

--Sí, no se trata de eso, sino de Elaine.

Tenso la mandíbula ante la mención de Ela y cruzo los brazos esperando que continúe.

--Necesito tu ayuda para que regrese conmigo. Al principio creí que era un capricho pero sigue terca con la idea de terminar.

--Mira, Alexander, no sé que te hace creer que yo puedo hacer algo. Elaine es lo suficientemente grande para tomar sus decisiones. Y definitivamente no pienso entremeterme en su vida.

--Ella no quiere esto, estoy seguro que solo está confundida. Ayudame por favor.

--Nadie puede ayudarte porque ya no hay vuelta atrás, Alexander. Lo nuestro terminó.

Elaine aparece por la puerta que da al baño y Alexander intenta acercarse a ella. Antes de que lo logre me planto en medio de los dos. 

--Ya escuchaste, Alexander, vete - digo con un tono más autoritario ayudado también con los centímetros de estatura que le llevo al idiota. 

--No me voy a rendir tan fácil, Elaine Presley.  

Alexander sale de la oficina y Ela me abraza con fuerzas...

--Está loco, Matt. Parece que no entiende.

--Se le pasará, muñeca. Y sino, lo pongo en su lugar. 



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NADA QUE DECIR, BELLEZAS.

BESOS

BY: YANN DELGADO CONTRERAS.


Secreto (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora