Parte 4

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El sol de la mañana se filtraba a través de las persianas de la oficina de María Corina Machado, creando un juego de luces y sombras que parecía danzar sobre el escritorio. Había pasado la mañana revisando informes y preparando su agenda para el día, aunque habían muchas cosas por hacer su mente no podía dejar de divagar, con una taza de café humeante en la mano, su atención estaba completamente absorbida por el artículo que tenía frente a ella. Había sido escrita por aquella joven periodista que había comenzado hace unos meses a asistir a sus reuniones dando su punto de vista y haciendo preguntas totalmente interesantes e importantes.

María se sumergía en las palabras que había escrito Lana, no pudo evitar sonreír mientras leía. Las palabras fluían con una claridad apasionante. Cada párrafo resonaba con fuerza, tocando temas que le eran tan cercanos: la lucha de la comunidad LGBT, el anhelo de igualdad y la esperanza de un futuro más justo en Venezuela.

Las palabras de Lana resonaban en su mente, llenas de pasión y de un sentido de urgencia que la conmovió profundamente. Al llegar al final del artículo, una chispa de inspiración la invadió. Era el momento perfecto para reconocer el trabajo de Lana y, sintió un impulso irrefrenable de agradecerle personalmente. Así que tomó su teléfono y marcó el número de Lana Bernasconi.

— Hola, Lana, soy María Corina. — dijo con una calidez en su voz que hizo que Lana, se sintiera emocionada. — Quería agradecerte por el artículo. Realmente capturaste la esencia de lo que estamos luchando.
— ¡Gracias, María! Eso significa mucho para mí. — respondió Lana, sintiendo que su corazón latía más rápido. — Me alegra que te haya gustado. Fue un honor escribir sobre ti.
— Me gustaría que vinieras a mi oficina para que hablemos más ¿Puedes?  — propuso María Corina, su voz llena de calidez.
— Por supuesto, estaré allí en un rato.  — Después de colgar, María Corina sintió una mezcla de emoción y nerviosismo. No solo quería hablar sobre aquel artículo; había algo más que la impulsaba a invitar a Lana. Había algo en su risa, en la forma en que sus ojos brillaban al hablar de sus pasiones, que la atraía. Se sorprendió a sí misma al pensar en ello, pero la conexión que habían forjado en las conversaciones previas la hacía sentir viva.

Un rato más tarde aquella joven estaba en la oficina de María Corina. María Corina la invitó a pasar, y en un instante, la atmósfera cambió. El aire estaba cargado de una energía palpable, un magnetismo que ambas empezaron a sentir.

— Gracias por venir. — dijo María Corina, guiándola hacia su escritorio. — Quiero que sepas cuánto valoro tu trabajo.  — Lana sonrió, su timidez se disipó rápidamente.
— Gracias, María Corina. Significa mucho para mí escuchar eso de ti.
— Capturaste mi esencia de una manera que pocas veces he visto.

Mientras continuaban hablando, el intercambio de miradas se volvió más intenso. María comenzó a notar la forma en que Lana la miraba, la intensidad en sus ojos, esa chispa de complicidad que hacía que el ambiente se tornara electrizante. Era como si el tiempo se detuviera y el mundo exterior se desvaneciera.

— Debemos hacer algo más por la comunidad. — dijo Lana, con un brillo en los ojos. — No solo hablar, sino actuar.  — María Corina asintió.
— A veces, me pregunto si estamos haciendo lo suficiente. —murmuró María Corina, casi en un susurro.
— María, lo que estás haciendo es increíble. La manera en que luchas por la igualdad, por todos… Es inspirador.  — Lana, la miró intensamente, y en sus ojos había una mezcla de admiración y algo más profundo.
— A veces siento que la lucha puede ser abrumadora — dijo María Corina, mirando por la ventana.
— La verdad es que tu determinación me inspira. Hay algo magnético en tu forma de ver la vida.  — Lana, la miró a los ojos, sintiendo una conexión intensa.  — Cada paso que das cuenta. No estás sola en esto.

El momento se tornó más cargado de emociones. María sintió cómo una ola de calor la envolvía. No era solo la admiración profesional lo que la movía, era algo más profundo. Se acercó un poco más, su mirada fijándose en los ojos de aquella joven.

María Corina, sintiendo la valentía que le infundía Lana, se inclinó hacia ella. — ¿Puedo ser honesta contigo? Hay algo en ti que me atrapa.  — Lana sonrió. — A veces, siento que nuestras metas nos separan, pero momentos como estos me recuerdan lo que realmente importa.  — dijo, su voz temblando levemente.

Sus rostros estaban tan cerca que podían sentir el aliento del otro. Fue un momento imborrable; el tipo que se queda grabado en la memoria. María Corina la besó suavemente. Beso que se sintió como un pacto, una promesa de estar juntas, no solo en la lucha política, sino también en algo mucho más personal y profundo.

Cuando se separaron, ambas se quedaron mirándose, respirando con dificultad. La risa nerviosa de Lana rompió el silencio, y María Corina, aún con el corazón acelerado, sonrió.

— Esto complicará las cosas, ¿no? —dijo Lana, su voz temblaba ligeramente.

— Quizás —respondió María Corina, sintiendo que, a pesar de la complejidad, algo hermoso había comenzado entre ellas. — Pero tal vez valga la pena.

La lucha por la igualdad seguiría, pero en ese instante, en esa oficina iluminada por el sol, también se había encendido una chispa de amor y conexión que ninguna de las dos podría ignorar.




Young and Beautiful  - María Corina Machado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora