𝗰𝗶𝗿𝘂𝗴í𝗮.

𝒊. 𝒔𝒐𝒍𝒐 𝒎í𝒐

Ya era la cuarta vez en la semana que Mauro recibía una carta por el mismo chico.

Estaba comenzando a irritarse. Aunque por otra parte se preguntaba de donde había sacado su dirección, ninguno de los dos se había hablado nunca y él solo hecho de pensar que quizás lo espiaba, solo hacía más escalofriante las cartas.

Éstas no tenían nada de malo, el chico solo expresaba o halagaba al ojiverde, haciéndolo sonrojar siempre. Solía contarle sobre su día y lo difícil que es pasarla sin su presencia o al menos poder mirarlo de lejos.

Por otra parte Mauro dudaba que algún día hablara con él en persona, parecía estár ido en su propio mundo sin poner atención a nadie más, aunque a veces lo atrapaba mirandolo.

Leyó el pequeño párrafo de aquella carta extraña pero a la vez linda, le mencionaba que era lindo mirarlo, era como un sueño. Pensaba que a la vez era algo enfermizo, nunca hablaron ni de cerca y estaba enviando cartas a su apartamento, el sólo pensarlo mandó escalofríos a su cuerpo.

Decidió inorar esto y seguir con su día, estaba dispuesto a averiguar aunque un poco del morocho, aunque sea su nombre o quizás algo que lo haga recordarlo, porque sin siquiera hablarle ya lo hacía pensarlo todos los días.

-Mau, llegaste -saludó yendo a recibirlo con un abrazo posesivo.

Mauro algo confundido correspondió el abrazo, acarició su espalda con suavidad recordándole que estaba ahí.

-Si, solo fuí por unas cosas -respondió confundido -. ¿Te pasa algo?

Ante la inesperada pregunta Tiago lo miró a loa ojos y negó inocente, le robó un beso pero sintió aquel gesto diferente.

-No, no pasa nada -admitió con una sonrísa, sonrísa que le costaba mantener porque comenzaba a sentirse raro en prescencia de su novio.

Esa noche luego de haberse ido a dormir juntos, pudo darse cuenta de la pequeña indiferencia que estaba teniendo Mauro con él, sintiendo que no era suficiente suyo.

Lo sospechaba ya de hace unos días, una linda morena se había mudado al departamento de a lado, había saludado tan amable a su novio que pudo percibir el coqueteo detrás de éste gesto.

Juraba que Mauro solo era suyo, aunque no lo sintiera.