𝒊𝒗. 𝒏𝒐 𝒕𝒆 𝒗𝒂𝒚𝒂𝒔

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La convivencia entre ambos se volvió más cercana al punto de que ambos decidieron vivir juntos.

Tiago no podía estár más feliz por esto compartirían muchos momentos juntos, según lo que pensaba.

Cuanto más conocía a Mauro más se enamoraba, podía atesorar cada uno de sus gestos, amaba sus labios, sus ojos, todo de él. Si pudiera cambiar algo de él sería haberlo conocido mucho antes.

Podía sentir el amor del ojiverde con tan solo una mirada, esos ojos que lo tenían mal. Le gustaba saber que era correspondido.

Amaba como a más nadie a Mauro, a su Mauro.

Solo de él.

-¿Por qué tenés que ser tan pesado?

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-¿Por qué tenés que ser tan pesado?.

Se ganó un suspiro más, no recibió respuesta.

Tiago mordió su labio nervioso, amaba a Mauro pero parecía que ya no causaba el mismo efecto en él.

Se sentía incomprendido, demasiado.

-¿No me vas a responder? -preguntó aún más insistente -. Tiago, te hablo.

Desvió la mirada al suelo, al techo, a cualquier lugar donde no estuvieran sus ojos acechandolo. Se odiaba a sí mismo por ser tan débil frente a Mauro.

-¡Tiago, la puta madre! -alzó la voz ahora acercándose a él otro. Tiago retrocedió del susto y apretó sus puños.

-¿Qué mierda te pasa? -reclamó el pelinegro alejándose los más posible de su novio.

Él otro suspiró molesto, harto de todo, de él.

-¡Me tenés harto! -admitió irritado -. Siempre es lo mismo y vos no hacés una mierda para cambiar, me repetís lo mismo, que vas a cambiar, que ya no serás así, ¿Y acabas de amenazar a la vecina?.

Ah, sí, lo había hecho. Pero tenía miedo de perderlo.

-Te recuerdo que el dueño del apartamento soy yo, no vos. Vos solo estás acá porque vivís conmigo, ¡nada más! -alzó la voz nuevamente -. No sos mi dueño, ¡no soy un puto perro, Tiago, entendé eso!.

El pelinegro solo lo miraba fijamente.

Cayó en cuenta de muchas cosas. Pero estaba tan obsesionado con Mauro, que no pudo distinguir ninguna.

𝗰𝗶𝗿𝘂𝗴í𝗮.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora