C A P I T U L O C U A T R O

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• CAESAR •

"Una vez más..."

Esa voz resonaba en mis oídos, aunque no podía discernir de dónde provenía. Sin embargo, lo que sí percibía con claridad era una sonrisa maliciosa en sus labios, mientras mi cuerpo se hundía bajo el peso del suyo. Me removí, inquieto y ansioso por tocarlo, con un deseo casi desesperado. Tal vez era la primera vez que sentía que, si no lo hacía, moriría. Y lo haría, de verdad.

“Solo hazlo”.

La voz volvió a susurrar, sus palabras penetrando en mis huesos, sumiéndome en la locura.

“Yo te...”

El maldito teléfono sonó, arrancándome del abismo y obligándome a abrir los ojos. Mi cuerpo estaba cubierto de sudor, y mis manos temblaban, ávidas de tocar... de sentir.

—¿Un sueño? ¿Una pesadilla? —murmuré, frunciendo el ceño y negando con la cabeza—. Estás loco, Caesar.

Me dije a mí mismo antes de alcanzar el teléfono y responder.

—¿Sí?

—¡Caesar! —La estruendosa voz de Louise resonó en mis oídos, causándome un leve dolor.

—No grites, por favor. Te escucho perfectamente —respondí con calma, dejándome caer contra el respaldo de la cama. Noté con disgusto la erección que aún persistía en mi cuerpo, lo que incrementó mi frustración. Mi oído comenzó a cosquillear al recordar las palabras de esa figura onírica. Definitivamente, debía de estar perdiendo la cordura.

—¡Oye, tonto! ¿Sabes qué hora es? —preguntó, claramente molesta. Miré la hora en la pantalla del teléfono.

—¿Las ocho? —respondí con obviedad. Aunque solía despertarme temprano, era inusual que me hubiera quedado dormido hasta esa hora.

—¡Sí, las ocho! ¡Levanta tu trasero y ve al club!

—¿Para qué?

—Caesar, por Dios, ¿sabes qué día es hoy, no? —Agradecía que no estuviera frente a mí, porque de lo contrario se habría dado cuenta de mi falta de entusiasmo. Y no era que me cayera mal el chico que estaba por llegar, al cual ni siquiera conocía. Simplemente, la idea de tener a alguien viviendo en mi departamento, por quién sabe cuánto tiempo, me resultaba incómoda.

—Ya lo recordé.

—Bien. En ese caso, te quiero allí en una hora. ¿De acuerdo? —dijo antes de colgar.

Observé la pantalla del teléfono por un momento y lo arrojé al otro extremo de la cama antes de levantarme. Necesitaba urgentemente una ducha. La situación me molestaba, y no tenía idea de cuánto más podría empeorar con otra persona en casa. Una persona de la que no sabía casi nada, excepto lo que Louise nos había contado. Aunque, claro, no es que creyera todo lo que ella decía, especialmente en lo que respecta a las "virtudes" del chico. Nadie puede ser tan perfecto, y estaba seguro de que tendría sus defectos, malos hábitos o una personalidad complicada. Con ese tipo de personas, no solía llevarme bien, y ya era un logro considerable haberme adaptado a Louise y a Vladimir, quienes más solían contradecir mi carácter.

Después de vestirme y desayunar algo ligero, me dirigí al estacionamiento donde estaba aparcado mi coche. Me subí y conduje hacia el club, donde los demás probablemente ya estarían reunidos. Según Louise, quería que le diéramos la bienvenida y que fuéramos los primeros en conocerlos en Rusia, después de todo, eran extranjeros que habían pasado toda su vida en otro lugar.

Al llegar, fui recibido con la usual cortesía. No había muchas personas hoy, no solo porque era un día normal, sino porque aún era temprano. Al pasar por la recepción, noté a lo lejos a los chicos sentados en una mesa apartada. Nada había cambiado; Leewon seguía absorto en su computadora. Es un chico ejemplar cuando se trata de sus estudios; incluso en vacaciones, continúa trabajando arduamente para convertirse en un gran abogado, lo cual hace principalmente por su madre.

TWISTED FRIENDSHIP || CAESAR X ZHENYA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora