La reina de Tokyo |Manjiro Sano|

| 8; Sin esperanza |

—¿Sí? —Takemicchi titubeó, no sabía que no estaba junto a su hijo.

Hanna Yagami, 25 años, tercera al mando de la Tokyo Manji Gang, ex líder de Pandora, ex líder de la sexta división.

Luego de perder a Keisuke Baji su vida dio un gran giro, lo único que la mantuvo con vida a través de los años fue su hijo Daisuke. Sin embargo, la vida era despiadada con una chica inexperta de trece años que tuvo un bebé con complicaciones en el proceso.

—Es triste.

Su hijo, no sólo fue complicado de traer al mundo, sino que era la viva copia de su amor perdido. Desde los pequeños hasta los más grandes detalles, era imposible mirarlo y no recordarse a sí misma que ¨no pudo salvarlo¨ Esto finalmente terminó por enloquecerla.

—¡Tú lo abandonaste! —gritó Chifuyu—. Era lo único que te quedaba de él y lo abandonaste.

No que no estuviera loca ya, pero definitivamente los psicólogos creían que todavía tenía salvación. Lamentablemente luego de su segundo intento de suicidio los doctores finalmente decidieron medicarla.

Al inicio todo iba bien, pero tras un par de años el efecto de las pastillas disminuyó y las dosis no hicieron más que aumentar.

—Chifuyu...

Takemicchi estaba brevemente confundido por la forma en la que su relación había empeorado

Parecía que se había perdido de mucho en esos doce años.

Chifuyu, que amaba a Baji y por consecuencia a Daisuke, la odió toda su vida por las decisiones que tomó. Por el cómo se vendió al mejor postor con tal de darle un buen futuro a su hijo, con como ¨superó¨a Keisuke y vivía ¨bien¨ sin él.

Chifuyu jamás sabría lo mucho que sacrificó.

—Oyeron a Hanma allá atrás, ¿no?

Y sí... Cuando se dio cuenta su vida ya giraba en torno a Kokonoi, el único que entendía su dolor, e Inui que siempre le seguía a donde fueran.

¿Cómo habían terminado juntos?

Probablemente tenía algo que ver con cómo los había conocido en un principio, no se arrepentía porque realmente los adoraba y ellos a ella.

Quizá, sólo quizá, se arrepentía de haber dejado atrás a Mikey.

—¿Nos estás amenazando como hiciste allá afuera? —inquirió Chifuyu entonces. 

¿Pero él se arrepintió alguna vez de haberla dejado a ella? Era la verdadera cuestión.

Hanna negó con la cabeza.

—Para nada.

—Es-esperen, no entiendo nada —Takemicchi se sentía en una mesa de ping pong viéndolos lanzarse palabras el uno al otro—. Hanna-san, tú... ¿Pastillas, dejar a tu hijo?

—Hm, si tan sólo hubiéramos estado preparados para todo lo que pasó después de la muerte de Baji —Takemicchi le vio al oír aquella pista—, quizá no hubiera necesitado esas estúpidas pastillas.

—¿Lo que pasó?

—Hey, Hanna, estás tardándote mucho y Kisaki quiere hablar con ese par —la voz de Hanma los interrumpió afuera. Ella rodó los ojos—. No te tardes más, tienes cinco minutos más.