CAPÍTULO VEINTIUNO

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LISA


Mantenemos a Rosé lejos de la escuela por el resto de la semana para evitar preguntas incómodas, y me reporto enferma para quedarme en casa con ella. Pero para el lunes ella está aburrida, le han quitado el cabestrillo y está ansiosa por regresar con sus amigos. Mamá regresa de Devon, y cuando por fin la ubico en casa de Gong Yoo por dinero, tiene escaso interés en la lesión de Rosé.

Estoy teniendo problemas para dormir de nuevo. Siempre que le pregunto a Rosé por su hombro, me lanza esta mirada preocupada y me asegura que está "todo enmendado ya". Sé que lee la culpa en mi rostro, pero esto sólo me hace sentir peor.

El resplandor verde de mi alarma digital dice 02:43 cuando me levanto y me arrastro afuera de mi habitación y hacia el pasillo. Liberada del calor del edredón, rápidamente empiezo a temblar en mi agujereada camiseta y bóxers. El crujir de la puerta del dormitorio hace que Jennie se revuelva y yo me estremezco, preocupada por no despertarla. Cerrándola suavemente detrás de mí, palpo la pared opuesta a la de su cama y me deslizo contra ella, mis brazos desnudos se vuelven plateados a la luz de la luna. Ella continúa revolviéndose dormida, acariciando su cara contra la almohada, entonces bruscamente se levanta, apoyándose sobre un codo, empujando hacia atrás su larga cortina de cabello.

—¿Lili, eres tu?— dice en un susurro sobresaltado y temeroso.

—Sí...shh, lo siento... ¡vuelve a dormir!

Lucha por sentarse, restregando el sueño de sus ojos. Finalmente sus ojos se centran en mí y ella tiembla, envolviéndose en el edredón. —¿Intentas darme un ataque? ¿Qué demonios estás haciendo?

—Lo siento, realmente no quería despertarte...

—¡Bueno, pero lo hiciste!—Me dedica una sonrisa somnolienta y levanta el borde del edredón. Rápidamente niego con la cabeza. —No... Yo sólo...¿puedo verte dormir? Sé que suena raro pero...pero no puedo dormir en este momento ¡y me está volviendo loca!— Lanzo una risa afilada, dolorosa. —Mirarte dormir me hace sentir—Inhalo profundamente. —No lo sé... en paz... recuerda, solía hacerlo cuando éramos pequeñas.

Ella sonríe con los vagos recuerdos. —Bueno, es poco probable que puedas dormir sentada allí en el suelo—. Levanta una porción de edredón de nuevo.

—No, no, está bien. Solo me quedaré aquí por un rato y luego regresaré a la cama.

Con un suspiro de fingida irritación, sale de la cama, toma mi muñeca y me tira para que me levante.

—Vamos, metete adentro. Dios, estás temblando.

—¡Sólo tengo frio!— Le contesto, mi voz sale más fuerte de lo que pretendía.

—Bueno, ¡ven aquí entonces!

El calor de su edredón me envuelve. Ella se desliza a mi lado y el toque de su cálida piel, sus brazos y piernas estrechándose alrededor mío, me fuerzan a comenzar a relajarme. Abrazándome fuerte, entierra su cara en mi cuello. —Mi Dios, estás helada.

Dejo salir una risa ahogada. —Lo siento.

Por unos momentos las dos estamos calladas. Su húmeda respiración hace cosquillas en mi mejilla. Nos recostamos y siento que mi cuerpo se derrite suavemente contra el de ella mientras me acaricia la parte de atrás de la cabeza, recorriendo mi cuello con sus dedos... Dios, como desearía que nos pudiéramos quedar así para siempre. De repente, sin ninguna razón, me siento al borde de las lágrimas.

—Cuéntame.

Es como si pudiera sentir el dolor a través de mi piel. —Nada. Sólo, ya sabes, la mierda de siempre.

FORBBIDEN | ADAPTACIÓN JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora