Yuanfen

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Yuanfen (n.) la fuerza que une a dos personas.

Violeta's POV

Siempre pensé que la parte más difícil de la vida era "crecer", tener responsabilidades adultas y priorizarlas. Sin embargo, un mes en Berklee se había quedado en mi esencia, un plato de letras gigantes con la certeza de que la parte más difícil de la vida es aceptarte a ti mismo.
Una de las fases más difíciles del proceso de ser un ser humano es aquella en la que tienes que aceptarte a ti mismo. Delgado, alto, gordo, enano, infantil, maduro, mentiroso, demasiado sincero, insoportable, indecente, influenciado, inteligente, no tan inteligente, holgazán, no comprometido, demasiado comprometido, chismoso, retrasado, honesto, descuidado, hija de papi, no le gusta la escuela, "come más de lo que debería", miedoso, gay, "gay mal vestido", "marimacho", lesbiana.
Las cosas siempre habían sido muy fáciles, muy claras para mí. Yo era Violeta Hódar, fruto de la unión de un exitoso empresario con la hija de un pastor. Iba a la iglesia todos los domingos, iba a una buena escuela, me "enamoraba" del capitán del equipo de fútbol, estudiaba (porque me gustaba) y todo era muy cómodo para mí. No era consciente de esta complicada parte de la vida. Me vino como una bala perdida, un terremoto inesperado, una erupción espontánea, una pantalla LED gigante en medio de la Quinta Avenida, estampando la noticia: "Violeta Hódar, eres lesbiana" acompañada de explicaciones por lo que aún no entendía de mí.

Fue como si me lo estuvieran arrojando en mi propia cara, con fuerza; como si hubiera otro lado de mí despertando justo en ese momento y estuviera gritando con la boca pegada a mi oído: "esto es lo que eres, es hora de vivir de verdad." Así que era de esperar que en ese punto específico entrara en un estado de pánico. Era de esperar que, como todos los demás, intentara escapar.
El flaco intenta engordar porque todos dicen que está demasiado delgado. El gordo dice que vive de dieta porque todos dicen que come demasiado. El bajo da excusas hormonales por su estatura, el alto hace lo mismo. El infantil intenta ser maduro, el maduro esconde su madurez para no ser catalogado de aburrido. El perezoso finge que no es perezoso, porque estamos en la "generación sana" y la moda está disponible. El hijo que no es inteligente pretende ser aplicado, pero en realidad odia estudiar. El gay, trata de no ser gay. La lesbiana intenta no ser lesbiana. Y al final, todos intentan ser exactamente quienes no son. Y yo, por un momento, me hundí en negar lo que instantáneamente brilló como verdad dentro de mí, desde la primera vez que el tema me vino a la mente: yo era lesbiana.
Bueno, ¿ahora qué hago? Me pregunté mentalmente, moviendo las mis dedos entre mi frente y cabello, mientras mi cabeza estaba agachada, mirando el libro sobre la mesa, pero sin realmente leer nada.
Pero sin leer ni una coma de lo que estaba escrito allí.
El clima en Cambridge había comenzado a enfriarse más de lo que solía soportar la ropa de otoño y la calefacción de esa biblioteca ciertamente no estaba encendida, o tenía un desequilibrio en la temperatura de mi cuerpo. El día estaba nublado, lo que, brillantemente, combinaba con la iluminación de la biblioteca, creando una sensación de calidez tan fuerte que, aunque hacía frío, no tenía ganas de irme. Solo podía pensar en aquellas posiciones que escuchamos en clase, era como si de alguna manera fueran parte de mi, octavas mayores y menores en una misma melodía era algo poco usual, si ponías mucha atencion podías escuchar pequeños sonidos de la calle, del viento chocando con las olas de los árboles e incluso alguna risa de alguno niño, no es común usar ese tipo de recursos y mucho menos que las personas los notarán, casi siempre estaban tan bien camuflados que solo alguien que es capaz de sentir la música podría notar esos pequeños detalles que para el resto del mundo podrían pasar desapercibidos.
Pero para ella, y para mi, nada pasa desapercibido. Pensé, sonriendo ante las letras en el libro abierto debajo de mí.
- Denna... - Dije en voz baja, levantando la vista del libro.
Antes de mirarme, Denna rápidamente terminó una nota y colocó el lápiz sobre la mesa de madera en la biblioteca del campus.
Ese jueves, habíamos decidido ir a la biblioteca antes de ir a Summer Shack, para adelantar algún trabajo, ya que la profesora Hadid había terminado la clase casi dos horas antes de la hora indicada, tras recibir una llamada inesperada.
Denna aprovechó el tiempo para estudiar. Yo proveché el tiempo para "intentar pensar en Chiara." No era como si no me sintiera íntimamente culpable por no prestar atención a un trabajo universitario importante, pero no era como si mi mente estuviera permitiendo que cualquier otro pensamiento fuera tan agradable como ella lo era.
¿Cómo puede ser algo tan increíblemente bueno y perturbador al mismo tiempo? Pensé, viendo a Denna dejar caer el lápiz sobre la mesa.
-  ¿Qué pasa? - Preguntó Denna, mirándome a través de las gafas modelo gatito, reacia a apartar la vista del libro, pero luego cediendo.
-  No puedo dejar de pensar en ella... - Admití, mirando a otro lado y mordiéndome el interior de la boca.
Admitir esa verdad era como si estuviera liberando al monstruo que tenía el poder de tragarme entera en una jaula. Aun así, ya no tenía la fuerza para lidiar con ese asunto por mi cuenta. Me sentí débil. Mis sentimientos eran tan fuertes que estaban agotando mi fuerza física.
Es agotador seguir huyendo de mí misma. Pensé, considerando que podría consolarme de la molestia de hablar abiertamente sobre el tema.
- Mírame, Violeta. - Dijo Denna, quitándose las gafas de la cara.
La miré y al mismo tiempo, Denna apartó el libro que "leía" y me tomó de las manos, mirándome intensamente.
-  Repite lo que dijiste. - Dijo ella, pasando sus pulgares por mis dedos, cariñosamente.
-  No puedo dejar de pensar en ella. —Repetí, mirando hacia abajo de nuevo.
-  Violeta... - Denna apretó mis dedos, lo que me hizo mirarla. - No tienes que apartar la mirada de la mía para decir eso. Mírame a los ojos. - Me miró con confianza. - No hay nada de malo en que pienses en ella. - Ella, como siempre hacía cuando hablábamos de ese tema, no apartó la mirada de la mía ni un segundo. - No tiene nada de vergonzoso. - Sonrió con cierto humor, como si se riera de algo que acababa de pensar. - Y de todos modos, no es que no lo supiera ya.
-  Su sonrisa se ensanchó aún más.
Era increíble que la capacidad de Denna para hacer todo ligero todo lo que era pesado. Su forma de reaccionar ante las situaciones me daba tal sensación de consuelo que sus sonrisas, que siempre acababan con sus dulces palabras, eran como algo que me curaba.
La miré por un rato, sintiéndome agradecida, antes de responder. Sonreí, porque Denna estaba a punto de sonreír.
-  Es solo que...no sé qué hacer. ¿Sabes? - Dije mirándola a los ojos. - Quiero decir, no sé si soy lesbiana, no sé si no lo soy, pero estoy bastante segura de que lo soy. - Uní mis cejas, haciendo una mueca y casi soltando el aliento de frustración porque no sabía cómo expresarme.
- Violeta, Violeta. - Denna me estrechó la mano, interrumpiéndome. - El problema aquí no es tu sexualidad. Nadie es una sola cosa en esta vida. El problema aquí son sus sentimientos por la profesora
Chiara...
-  SHHHHHH. - Exclamé, poniendo mi mano sobre su boca y casi arrojándome sobre la mesa. - ¿Estás loca?
-  Susurré con total exasperación. - No digas su nombre, por el amor de Dios. La gente escucha. Denna abrió mucho los ojos y levantó las manos en señal de rendición. Retiré mi mano de su boca y respiré hondo.
- De todos modos, el problema no es tu sexualidad, Violeta. El problema son tus sentimientos por ella. - Dijo ella sentándose mejor en la silla. - No importa por "quién" lo sientes. Importa "que" sientes. - Dijo Denna.
No importa por "quién" lo sientes. Importa "que" sientes. Repetí mentalmente, preocupándome por dejar lo que mi amiga me había dicho destacar para mí.
- Está bien, pero ¿qué hago con eso? - Pregunté, sintiéndome inquieta y frustrada. - ¿Qué hago con el hecho de que pueda describir perfectamente su olor, aunque ni siquiera me dé cuenta de que le había prestado tanta atención? ¿Qué hago con el hecho de que cada vez que la veo, ocurre una explosión nuclear en medio de mi pecho? Honestamente, imis rodillas están incluso débiles! - Exclamé, sintiendo débiles reflejos de esos sentimientos desde sus recuerdos.  - ¿Qué hago con su pulso que sigue moviéndose a cámara lenta en mi mente, cada vez que cierro los ojos? Y se repite, repite, repite. Incluso recuerdo sus huellas. - Todas las palabras salieron de mí como el chorro más fuerte de una manguera propulsada por una bomba. Mis pulmones parecían haberse reducido de tamaño y tenía problemas para respirar. - i¿Qué hago con el maldito hecho de que cada vez que hablo de ella parezco un asmática en crisis?! - Me eché hacia atrás, apoyándome pesadamente en la silla. Todo me estaba agotando.
Denna se quedó en silencio por unos momentos, mirándome intensamente. Por millonésima vez en semanas, suspiré, sintiéndome arder, como si cada suspiro fuera una advertencia de la explosión atómica que estaba dentro de mí.
-  Lo que hacen las personas cuando están enamoradas. - Dijo Denna, como si fuera lo más natural del mundo. - Eso es lo que tienes que hacer.
-  ¿Quién está enamorada? - La voz de Drew vino detrás de mí y el susto fue tan grande que salté en la silla y mi rostro probablemente había perdido toda la sangre.
Llené mis pulmones de aire y lo dejé salir lentamente, para que no notara mi inquietud. Fallé.

Éramos infinitos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora