segunda oportunidad

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Los dos días previos al lunes pasaron lentamente para Violeta y Chiara. Chiara, aún recuperándose de la fiebre, pasaba la mayor parte del tiempo descansando, mientras Violeta se encargaba de cuidarla con dedicación. Aunque su mente intentaba mantenerse en el presente, no podía evitar que su pensamiento volviera constantemente al lunes, al inevitable enfrentamiento con la realidad que la esperaba en la universidad.

Violeta intentaba apartar esos pensamientos, centrándose en pequeñas cosas: preparar la comida para Chiara, asegurarse de que tomara su medicación a tiempo, e incluso dedicarse a leer un libro mientras Chiara dormía. Pero siempre, en algún rincón de su mente, se encontraba esa sombra del lunes, una mezcla de temor y ansiedad que no podía ignorar.

Finalmente, el lunes llegó. Violeta se despertó temprano, la sensación de inquietud asentada en su estómago como una piedra. Sabía que no podía evitarlo más, así que se levantó, se duchó, y se vistió con ropa cómoda pero presentable. Quería dar la mejor impresión posible, aunque sabía que sería difícil cambiar la percepción del director después de tantas faltas.

Después de vestirse, llamó a Chiara para que fueran juntas a la universidad. Chiara, ya recuperada aunque un poco pálida, se encontraba esperándola en la cocina, lista para acompañarla. Se unieron a Ruslana y Martin, quienes también se preparaban para el día. Aunque el ambiente era cordial, se sentía un leve aire de tensión, especialmente por parte de Violeta.

Cuando llegaron a la universidad, el grupo se despidió brevemente antes de que cada uno se dirigiera a sus respectivas clases. Violeta intentaba mantener la calma, pero su corazón latía con fuerza mientras caminaba por los pasillos. Sabía que el momento se acercaba. Como si sus pensamientos hubieran sido leídos, escuchó su nombre resonar por el altavoz del centro, llamándola a la oficina del director.

Violeta miró a Chiara, y en su mirada encontró la fortaleza que necesitaba. Sin decir una palabra, las dos se abrazaron. Fue un abrazo de despedida, pero también de apoyo incondicional. Chiara le susurró al oído que todo iría bien, y Violeta asintió, aunque no estaba del todo convencida.

Con el corazón en la garganta, Violeta se dirigió a la oficina del director. Al llegar, respiró hondo y tocó la puerta. Una voz autoritaria la invitó a entrar, y Violeta cruzó el umbral con la cabeza alta, aunque por dentro se sentía temblorosa.

El director estaba sentado tras su gran escritorio de madera, mirándola con una mezcla de desaprobación y expectativa. Después de que Violeta tomara asiento, él empezó a hablar, su tono serio.

—Violeta, sabes que en esta universidad valoramos la responsabilidad y el compromiso. No asistir a los exámenes es una falta grave, una que generalmente lleva a la suspensión del curso —le dijo, sin rodeos.

El corazón de Violeta se hundió. Las palabras del director eran exactamente lo que había temido, pero aun así, intentó mantener la compostura.

—Entiendo la gravedad de mi falta, señor —respondió Violeta, con voz controlada—. Pero quería saber si existe alguna forma de enmendar mi error. Estoy dispuesta a hacer lo que sea necesario.

El director se recostó en su silla, observándola con una expresión pensativa. Pareció sopesar la situación durante unos segundos que se sintieron eternos para Violeta.

—He oído que tienes una gran habilidad para la literatura —dijo finalmente, lo cual tomó a Violeta por sorpresa—. Mi hija, en cambio, está teniendo muchas dificultades con esa materia. Sus notas en literatura son desastrosas, y necesita ayuda urgente si quiere pasar el trimestre.

Violeta empezó a comprender por dónde iba la conversación, pero esperó en silencio a que el director continuara.

—Si aceptas darle clases dos veces a la semana hasta el final del trimestre, podrías tener una segunda oportunidad. Volverías a hacer los exámenes que perdiste, y si obtienes buenas calificaciones, no tendrás que repetir el año.

Violeta sintió una mezcla de alivio y resignación. Sabía que el director estaba, en cierto modo, aprovechándose de la situación, pero no podía darse el lujo de rechazar esa oferta. Era la única oportunidad que tenía para no perder todo lo que había trabajado hasta ese momento.

—Acepto, señor —dijo sin dudar—. Haré todo lo posible para que su hija mejore en literatura.

El director asintió, satisfecho con la respuesta. —Bien. Entonces estás oficialmente readmitida, bajo la condición de que cumplas con tus obligaciones. No te equivoques, Violeta, no recibirás otra oportunidad como esta.

—Lo entiendo —respondió Violeta, con un tono serio y comprometido.

Cuando salió de la oficina, se sintió como si un gran peso se hubiera levantado de sus hombros, aunque un nuevo desafío se presentaba ante ella. Buscó a Chiara, deseando compartir la noticia con alguien que la entendiera. La encontró en el pasillo, hablando con Martin, pero en cuanto Violeta la vio, corrió hacia ella.

—¡Chiara! —gritó con entusiasmo mientras se lanzaba a sus brazos.

Chiara, sorprendida por la energía de Violeta, la atrapó en un abrazo fuerte. —¿Qué pasó? —preguntó con una mezcla de preocupación y curiosidad.

—¡Me dieron otra oportunidad! —exclamó Violeta, aún sin poder creerlo del todo—. Tendré que darle clases de literatura a la hija del director, pero podré hacer los exámenes de nuevo. ¡No tendré que repetir el curso!

Chiara sonrió ampliamente, contagiada por la alegría de Violeta. —¡Eso es increíble, Violeta! Sabía que lo conseguirías.

Ambas celebraron el triunfo, con Martin uniéndose a la celebración, felicitando a Violeta por su éxito inesperado. La euforia del momento hizo que todas las preocupaciones de los últimos días se desvanecieran, aunque fuera temporalmente. Violeta sabía que el camino por delante sería difícil, pero con el apoyo de Chiara y sus amigos, sentía que podría superar cualquier obstáculo.

Los exámenes comenzarían al día siguiente, pero por primera vez en mucho tiempo, Violeta se sintió segura de sí misma y de sus capacidades. Sabía que podría hacer frente a cualquier cosa, porque ya había pasado por lo peor y había salido más fuerte.

La vida le estaba dando otra oportunidad, y esta vez, Violeta no pensaba desaprovecharla.

Sombras de tinta - kivi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora