El amor es una explosión

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Takemichi Hanagaki era un completo aficionado a las historias de amor.

Estaba más que encantado con la emoción, la sensación de tranquilidad y ni cómo ignorar el ardor en sus mejillas por la vergüenza ajena que le causaba en ocasiones leer tanto cliché.

Aun así, el pobre chico tenía una experiencia nula en esas situaciones. Jamás en su corta vida de 18 años había experimentado lo que era una relación como en las típicas historias que leía con emoción.

O al menos así era hasta que conoció a Sano Manjiro.

Para Takemichi fue muy difícil descifrar la forma en la que se sentía estando junto a su rubio amigo, pues le provocaba una sensación que jamás había sentido.

Era amor, después de un largo tiempo finalmente supo que cayó completamente enamorado de Manjiro.

Lo supo en cada suspiro, en los nervios que lo invadían estando a su lado, en como su corazón latía más de lo normal siempre que estaban juntos y por supuesto, en cada sonrojo producido por esa extraña corriente eléctrica cada vez que sus manos pasaban a rozar las suyas.

Pero eso era un gran problema, pues Takemichi jamás se había enamorado tan campantemente de otro chico, todas sus anteriores relaciones fracasadas fueron con chicas que había conocido a lo largo de su vida, aunque realmente no puede decir que estuvo enamorado de alguna de ellas.

Fue ahí cuando apareció Hinata Tachibana, pues siempre corría hasta ella en busca de su ayuda y consejos ya que no se veía capaz de saber cómo lidiar con sus problemas, la castaña era como un pequeño rayo de esperanza.

La chica siempre lo reconfortó diciendo que no había ni una pizca de maldad en lo que sentía y que, al contrario de eso, intentara confesar sus sentimientos, pues si tenía algo de suerte podía ser algo mutuo.

Para su mala suerte, él era un completo miedoso.

La sola idea del rechazó lo inundó de un miedo absurdo. Takemichi no sabía cómo reaccionaría este y mucho menos quería perder la preciosa amistad que tenía con Manjiro, la atesoraba tanto como amaba al chico.

Aun así, fue un largo tiempo de meditación en el que estuvo pensando sobre sus sentimientos, se sentía como un niño pequeño haciendo constantes berrinches, regañándose así mismo por todo hasta que por fin llegó a una conclusión:

Takemichi estaba cansado de ser un cobarde siempre, así que a la mierda absolutamente todo, quería que sus sentimientos fueran transmitidos, ya podría preocuparse después por la reacción de su amigo, pero estaba decidido en ese preciso momento, no planeaba tener más arrepentimientos.

por supuesto, Llegó tarde.

Lo siguiente que supo de Mikey por parte de su compañero de trenza, fue que este se había marchado con Emma a un paradero en el que incluso él, siendo su mano derecha, desconocía por completo.

Takemichi sufrió en demasiado en silencio, porque ese sentimiento de abandono dolía más que el rechazo.

Manjiro se fue, y aún peor que aquello, se tuvo que comer el amor que le había dejado en las manos, mismos que pronto se convirtieron en raíces y pétalos creciendo en su interior.

Hanahaki, su doctor le habló sobre ello al instante, le contó que podían remover las raíces a travez de una cirugía, pensó que todo estaría bien...Hasta que le mencionaron sobre los efectos secundarios de la cirugía.

No quería olvidarlo, no quería olvidar lo que le hacía sentir, porque su amor por él era como una gran explosión de fuegos artificiales en su interior, amaba ese sentimiento más que a nada, aunque lo estuvieran consumiendo lentamente, amaba a Sano Manjiro más que a nadie y la idea de olvidarlo era incluso más dolorosa que el hecho de haber desaparecido de su vida.

Tanto que no era capaz de distinguir si el inevitable dolor creciendo en su pecho era causado por su abandono o por el hecho de tener que olvidar su amor. Takemichi seguía decidido a confesar sus sentimientos a como dé lugar, no importaba cuanto tiempo le tomara, incluso si eso significaba morir con ello estancado en la punta de su lengua.

No aceptó la cirugía, y como era de esperarse, poco a poco comenzó a morir.

Chifuyu no perdía las esperanzas en hacer que cambie de opinión, fueron incontables las veces en las que pidió casi a ruegos que por favor aceptara la cirugía antes de que todo empeorara. Para su pesar, solo fue testigo de cómo el estado de Takemichi se volvía más lamentable.

Recostado en la camilla del hospital, sentía por última vez los cálidos rayos de sol sobre su piel, recordando la misma calidez que sentía cuando Mikey estaba a su lado, las puestas de sol donde se sentaban uno al lado del otro solo disfrutando la presencia opuesta. Esas tardes donde no hacía falta hablar para que ambos supieran que estaban ahí el uno para el otro, tan dispuestos a todo.

- Por favor - habló Chifuyu que estaba sentado a su lado - Takemichi, aún no es tarde, solo tienes que aceptar y podremos ir a casa

El de ojos azules lo miró aún cuando su respiración iba con dificultad. Lamentaba hacerlo llorar realmente, pero nada ni nadie podía cambiar la decisión que ya había tomado. Cualquier cosa, absolutamente cualquier cosa sería mejor antes de que le arrancaran el recuerdo de Mikey.

- Entonces... ¿Cómo podré decirle un sentimiento que he olvidado?

Y mientras una vez más cerraba sus ojos con cansancio, la imagen sonriente de aquel chico que tanto ama llegó a su mente con una sonrisa tan risueña. Chifuyu apretó con fuerza los labios sin verse capaz de responder a su pregunta, sostuvo una vez más las manos pálidas de su amigo entre las suyas y antes de soltar una palabra, el sofocante sonido del monitor que registraba los signos vitales hizo que palideciera.

- Ta...kemichi....- llamó con la voz rota - Takemichi....despierta, no bromees así... oye... despierta......¡Despierta takemichi maldición abre los ojos no puedes irte aún!

Ryuguji que se encontraba con el móvil en llamada de un lado a otro en el pasillo, entró de prisa al escuchar los llantos desgarradores al oído solo para encontrarse con una de las imágenes más dolorosas; Matsuno entre lágrimas sin cesar, se aferraba fuertemente al cuerpo pálido del chico, suplicando una y otra vez que abriera los ojos.

Ambos tenían el corazón roto.

Las enfermeras y el médico entraron de prisa al escuchar el escándalo en la habitación, ambas mujeres apartaron con dificultad al chico para que el médico pudiera hacer de forma correcta su trabajo y una vez que el médico finalizó, habló

- Hora de fallecimiento, 11:43 am.

Un nudo en su garganta iba tomando forma, su pecho se estrujó aún mas en su lugar y Chifuyu pensó que por un instante su corazón dejó de latir.

- No...¡Mierda deténgase y no se atreva a escribir esa estupidez, Takemichi no está muerto, si se atreve a decir eso de nuevo le voy a partir la cara!

Las enfermeras trataban de controlarlo en vano, había perdido por un momento los estribos y ahora sujetaba al médico por el cuello de su camiseta, el hombre de mediana edad se compadeció de no llamar a seguridad al escuchar como el tono jóven de su voz se iba quebrando.

Draken, que seguía congelado en el marco de la puerta aún con el teléfono en mano, reaccionó por fin y apartó al más joven del otro hombre.

- ¡Chifuyu ya basta!....Detente, es suficiente, él ya no está.

Takemichi Hanagaki se ha ido.

El fin de su vida por fin llegó, recordando hasta el último momento aquel que fue su primer más grande amor. Un amor sincero e inexperto.

Sin flores.

Un amor que le hizo experimentar la sensación de fuegos artificiales en su interior, iluminando su monótona vida en una gran explosión de mil y un colores.

Takemichi Hanagaki amó hasta el último momento de su vida a Sano Manjiro.
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bueno, entonces solo queda un capítulo más para finalizar, nos leemos muy pronto, y recuerden que una estrellita o comentario me alienta para seguir escribiendo! :D

Entre flores | Maitake |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora