Damian es un omega de 16 años que se ve obligado a cuidar al hijo de superman cuando este debe ir a misiones, ya que nadie más puede cuidarlo.
Jon es un alfa de 10 años el cual será cuidado por el omega más lindo que jamás vio, el cual es el hijo d...
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— Jon hijo, ¿todo bien? — cuestiono el hombre de acero mientras veía al menor.
Este asintio algo desanimado.
Su cumpleaños lo tenía realmente emocionado, la temática de superheroes, junto a toda la locura de comida personalizada, su enorme pastel, sus amigos de la escuela y el club de cómics, su padre y toda la decoración lucían increíbles, justo como las imagino.
Pero al ver la fiesta, tan infantil y poco seria, su mente solo podía repetirle lo que ya sabía, era un niño.
Un niño que jamás podría estar con alguien como Damian, un omega de la mejor clase.
Jon adoraba Damian, adoraba todo de el, sus ojos, su sonrisa, su piel, su cabello, la forma en la que luchaba, su seriedad, ese tono sarcástico que usaba con sus hermanos, su enorme corazón dispuesto a ayudar a cualquiera, aun más cuando se trataba de un animal.
Jon estaba cautivado con Damian, y no sólo el, su alfa estaba cautivado por Damian.
Su delicioso olor a galletas recién horneada lo hacia volverse loco, los matices de si aroma cuando se molestaba, dando a la galleta notas de que estaba quemada. Cuando se sorprendía y un arma a chocolate saltaba por unos segundos. Lo dulce que era el aroma cuando estaba feliz. El como su aroma parecía disiparse cuando estaba triste.
Damian era simplemente alguien único y extraordinario, un omega de la mejor clase que merecía un alfa a su nivel.
Y Jon, por más que intentará negar lo, sabía perfectamente que el no estaba al nivel de Damian.
Comenzando por simplemente el.
No se consideraba feo, pero sin duda no era tan lindo como Damian.
Su piel comenzaba a tener pequeños rastros de acné, su piel era tan palida que casi parecía estar muerto, y ni mencionar sus pecas, eran molestas, Jon había intentado quitárselas miles de veces, fallando en el intento. Su piel no era lisa y suave como la de Damian.
Su cuerpo era grande y tozco, además que gracias a la cantidad irreal de músculo que tenía lo hacia moverse de forma torpe, no podía controlar bien su cuerpo. A diferencia de Damian quien tenía un control absoluto de la parte más mínima de su cuerpo.
Jon era demasiado emocional para ser un alfa, lloraba siempre, por todo, se molestaba con demasiada facilidad, se reia demasiado, y su risa era molesta e irritante, no sabia controlar su aroma, siempre sispersando su olor a cafe por ahi por absolutamente cualquier cosa. A diferencia de Damian que podía mantener bajo control sus emociones y aroma, con una elegancia particular.
Y lo más importante, el era un maldito niño.
Apenas y había tenido su primer celo, su alfa y el no siempre se podían poner de acuerdo, en algunas ocasiones su alfa lo dominaba más de lo que el le gustaría.
Y Damian, el era todo un omega, con refinados modales, siempre manteniendo bajo control a su omega, un universitario ejemplar que tenía un brillante futuro por delante.
Y el, no era nadie.
Por mucho que a Jon le gustase engañarse con el hecho de que Damian en algún punto podría enamorarse de él, que podrían tener algo.
Muy en su interior sabía que era una tonta fantasía, una infantil, digna de un mocoso como el.
— No pa, todo bien — solto Jon algo mad calmado, soltando una sonrisa leve a su padre para tranquilizarlo.
Quien no muy convencido hizo una mueca y asintio.
— ¿Quieres que ya me ponga el traje? — pregunto curioso.
Jon sonrio ampliamente y asintio, su padre se alejo y el oji azul miró su fiesta.
Todos ahí parecían divertirse, a decir verdad Jon estatua por ahí comiendo charanga y lanzándose por la tirolesa del lugar, o nadando en la piscina.
Pero se encontraba demasiado ocupado pensando en dejar de ser un niño como para divertirse en su propia fiesta.
— ¡Jon tu fiesta es fantástica! — solto un chico de cabellos rosas a su lado — ¡Sin duda es la fiesta del año, nadie podrá superarla! — adulo el omega.
— Gracias Jay — solto animado.
Jay era un amigo del club de cómics, un club extracurricular de su escuela, donde a decir verdad solo se hacía tontos por un par de puntos extras.
— Es increíble, la mejor fiesta de la vida — adulo nuevamente mientras lo abrazaba — ¡Feliz cumpleaños! — felicito cariñosamente.
Jon sonrio, sintiendo el aroma a cerezas impactar su nariz, el más bajo se alejo y dando una sonrisa corrió con un par de amigos a poder platicar.
Ahora Jon estaba algo más animado, Jay tenía razón, su fiesta se veía genial, la disfrutaría unos momentos. Podría empezar a ser maduro y serio después de su fiesta.
— ¡Miren ahí arriba! — solto uno de los invitados con emoción.
Jon sonrio con arrogancia.
Uno de los beneficios de que tu padre fuera Superman, es que podía ir a tu fiesta de cumpleaños para impresionar a tus invitados.
Ahora Jon estaba seguro que su fiesta sería no sólo la mejor del año, si no que la mejor de la década.
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ᴇxᴛʀᴀ:
Volví y las cosas se van a poner dramáticas.
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