Capítulo 4.

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Kai

Después de aquel pequeño "accidente" al cual tuve que decirle accidente al director para que no cumplieran sus amenazas, continúe el día con la nariz ligeramente hinchada y con dolor, para mi mala suerte cuando llegue a casa vi el auto de mamá estacionado en la cochera, esta vez no tendría escapatoria.

—¡Kai! Hoy salí temprano de la clínica, ven a comer—.comentó entusiasmada, mientras yo me escabullía por las escaleras para que no viera el golpe.

—No gracias, no tengo hambre—. Fue ahí donde me vio con sospecha.—Comeré más tarde.

Se acercó lentamente a mi hasta estar de frente, cubrí mi nariz, no podía mentirle, su mano apartó con nula delicadeza la mía de mi cara, su rostro se tornó asombrado.

—¡Kai, Dios Santo! ¿Pero qué sucedió? ¿No está rota? Déjame revisarte ¿Te duele?— me bombardeó con un sin fin de preguntas y me obligó a sentarme en el sofá mientras revisaba mi nariz.

—Estoy bien, no pasó nada.

—¡¿Qué no pasó nada?!— exaspero molesta, que digo molesta, encabronado.— En este mismo instante me vas a decir quien te hizo esto.— se sentó al lado mío esperando que hablara.

Suspire y comencé a contarle lo que había pasado, poniendo todo como un "accidente" para que no armará un show y me fuera peor.

—¡¿Accidente dices?! Eso no fue accidente, mañana iré a hablar con él director y me van a escuchar.

Estaba acabado, finalmente después de hacerme otra pequeña examinación fui liberado a mi habitación, subí y me tire en la cama (sin lastimar mi nariz) tenía ganas de dormir, le iba a escribir a Alex pero mis ojos comenzaron a sentirse pesados y finalmente caí en un profundo sueño, desperté cuando sentí una presencia en mi habitación; abrí los ojos y me encontré con Alex parado al lado de mi cama como un psicópata.

—Deja de verme, pareces un psicópata.— le arrojé una almohada y volteé la cara hacia otro lado escuchando su pequeña risa y como se recostaba en la cama —¿Cómo es que entraste? Juro que cerré la ventana.

—Para tu información, hoy entre como una persona decente y toque la puerta, después tu mamá me regaño, primero por no venir a visitarla y segundo por meterte en problemas, lo siento.

Me acerqué a él y me recosté en su pecho mientras me abraza, pude escuchar su palpitar lento y relajado.

—No fue tu culpa, yo debería ser más cuidadoso y prestar más atención, no te disculpes por algo que no hiciste.

Me dio un besito en la frente con cuidado de no lastimar mi ya lastimada nariz y entrelazo nuestros dedos, era un silencio cómodo empecé a relajarme de apoco, hasta que mi estómago interrumpió el momento.

—¡Wow! Creo que escuche un león.— soltó en forma de broma al escuchar mi estómago rugir.

—Imbécil, acompáñame a comer— nos pusimos de pie y fuimos al comedor, pasando por mi madre que veía su novela despreocupada, tomé el plato de pasta que mamá había guardado para mí y me senté frente a Alex, que me miraba impaciente porque le diera un bocado— ¿Qué no alimentan a este chico en su casa?

Acerque el tenedor a él mientras abría la boca para recibir el bocado.

—Dios santo—. Su mueca fue de total fascinación al probar la pasta.— He comprado que a tu mamá le salen bien hechas y delicia las cosas.

—¿Ah sí?

—Aja, uno es la comida, dos eres tú.— saco una sonrisa coqueta mientras robaba un poco más de mi comida, mientras mi rostro enrojeció por su comentario

Paintings of Pain.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora