Cap.4

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Sarah

Decidimos irnos por la mañana del día siguiente, para que no oscureciera y no se nos dificultara el trayecto mas de lo previsto. Ruby y yo quedamos en mi casa para tomar el té y hacer pan, para no tener hambre, y a ser posible, galletas también, debido a su fácil conservación y agradable gusto dulce. 

Además de eso, llevaríamos varias prendas de más por si ocurría un accidente. No más, necesitabamos llegar lo antes posible al desconocido lugar en el que mi hermano (o su cuerpo) estarían. 

Ruby y yo empezamos a amasar el pan. Ruby era experta en hacer pan, yo, a diferencia, era una mejor pastelera.

A las 7 nos despedimos. Mañana era un gran día, el día en el que rescataríamos a Mike. No pegué ojo en toda la noche, el nerviosismo me consumía. ¿Conseguiríamos encontrar a mi hermano? ¿o quizás nos perdemos o morimos ahogados?

Eso es algo que descubriríamos en el lapso de los siguientes días.

Desperté a causa de los primeros rayos de luz solar que se colaban por mi ventana, que me habían despertado. ¡Al final pude conciliar el sueño sin darme cuenta!

Me alisté para la jornada que me esperaba, y mientras miraba el reflejo de mi en el espejo, me pregunté qué pasaría. Bajé la mirada y dejé de peinar mis bucles cobrizos. Lo siguiente que hice fue levantarme y recoger la cestita con pan, galletas y ropa. No podía esperar a saber que sería de mi hermano, pero también tenia un miedo descomunal.

Abrí la puerta para encontrarme con un hermoso cielo de amanecer, pero no tenía tiempo para admirarlo, pues fui directamente a casa de mi amiga Ruby.

Llamé a la puerta de madera. A pesar de venir de una familia sin dinero, Ruby tenia la belleza de una princesa. Largos cabellos castaños, Unas largas, oscuras, hermosas pestañas, Y unos ojos azules, grandes y redondos, que parecían lapislazuli. Esa mirada podría embelesar a cualquiera! Y a mi parecer, a Carlos ya le había hecho efecto...

Mi amiga gritó desde el interior de la casa:

-Saaaraaaah! Eres tú? Espérate 5 minutos, que no tardo nada!

Me apoyé en la pared que había al lado de la puerta para esperar, y tras los 5 minutos prometidos, oí la puerta abrirse.

Ruby me saludó:

-¡Hola, Sarah! Venga, vámonos a casa de Carlos. ¡Tenemos mucho que hacer!

Caminamos juntas hacia la casita de Carlos. Por suerte, vivíamos en un pequeño pueblo de pescadores y el trecho para llegar a su hogar no era grande.

La vivienda de Carlos era sencilla pero bonita, con una puerta color menta, y sus ventanas albergaban una gran variedad de coloridas flores.

Nos dirigimos a tocar la puerta, pero no fue necesario debido que Carlos ya había abierto sin necesidad de ello.  

-¡Hola! Iba a esperaros afuera, ¡pero veo que ya habéis llegado!

Y así comenzó nuestra gran aventura. ¡Teníamos mucho que hacer! 

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⏰ Última actualización: Aug 15 ⏰

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