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El sonido de una puerta abriéndose lentamente resonó en la oscuridad, cortando el silencio y haciendo que Isabelle se tensara. Pensó, aterrada y desesperada, *¿Cuánto tiempo estaré aquí? ¿Qué hice mal?* Las dudas la asediaban, cada pensamiento más inquietante que el anterior. De repente, una voz interrumpió su tormento interno.
"Te traje algo de comida," dijo Adrian, entrando con una sonrisa maliciosa en el rostro. "Jade me dijo que te gustaba el sushi, pero Noah me sugirió que te trajera un helado. No me decidí y te traje ambos."
Isabelle seguía inmersa en sus pensamientos, intentando comprender quiénes eran Jade y Noah. *¿Quiénes son?* se preguntaba una y otra vez, sin encontrar respuestas. El miedo la consumía, pero no estaba dispuesta a mostrarse débil.
"No quiero tu asquerosa comida," respondió Isabelle con desprecio y rabia, antes de escupirle a Adrian en la cara.
Adrian se quedó inmóvil por un instante, sorprendido por su reacción. Luego, soltó una carcajada que retumbó en la pequeña habitación. "Oh, querida Isabelle," dijo entre risas, "¿por qué no mejor te rindes y me amas? Como sea, te dejaré tu comida ahí." Señaló un rincón oscuro. "Ah, y el helado tendrás que sostenerlo tú, porque es de cono. Te desataré, ¿okey? Pero no hagas nada malo." Su voz bajó a un susurro mientras se inclinaba hacia su oído, la cercanía era asfixiante.
Isabelle no se había dado cuenta de lo sombría que era la habitación. Apenas una bombilla colgaba en el centro, lanzando sombras inquietantes que danzaban alrededor. Adrian la miró mientras jugaba con un mechón de su cabello, sus ojos oscuros reflejando algo más que simple interés.
"Toma tu helado," insistió Adrian, extendiéndoselo con una sonrisa torcida.
"No quiero tu helado," replicó Isabelle, su voz llena de desdén, mientras nuevamente lo escupía.
Adrian respiró hondo, su paciencia se agotaba. "Querida Isabelle," dijo con un tono peligroso, "¿acaso prefieres estar amarrada?" La amenaza era clara, y el corazón de Isabelle se aceleró. *No quiero estar amarrada,* pensó, tratando de mantener la calma. *Debo evitar ser tan impulsiva.*
Adrian la observó con sospecha. "¿En qué tanto piensas, querida Isabelle?" le preguntó, mientras sus dedos seguían jugueteando con su cabello.
"En nada," respondió Isabelle, intentando sonar indiferente.
Pero dentro de la mente de Adrian, las voces comenzaban a susurrar. *"¿Y si está planeando cómo escapar?"* Jade lo incitaba, su tono lleno de desconfianza.
"No," dijo Adrian en voz alta, sorprendiendo a Isabelle, que seguía sentada frente a él, aún atada. Se levantó bruscamente y comenzó a caminar en círculos. "¡NO! ¡ELLA NO HUIRÁ, TE LO ASEGURO, JADE!" exclamó, asustando incluso a Noah.
"No quiero perderla," murmuró Adrian, casi para sí mismo, con la desesperación evidente en su voz.
Noah, con su voz suave e inocente, se acercó y le dijo, "Creo que deberías contar hasta diez, como practicamos."
Antes de que Adrian pudiera responder, apareció otra presencia en su mente. *Oh, llegaste, Alex. Pensé que no llegarías hasta más tarde,* dijo Adrian, girando su cabeza como si hablara con alguien más en la habitación.
Alex lo miró con seriedad, su tono era frío y distante. "¿Dónde está la chica?" preguntó con duda.
"Está justo ahí," respondió Adrian, señalando a Isabelle. "Pero controla tus impulsos, Alex. No me gusta que me mires de esa manera, ¿acaso quieres que te destierre como a... ya sabes quién?"
Isabelle, cada vez más confundida, comenzó a preguntarse quién era Alex. *¿Acaso no eran solo dos?* se preguntó, su mente dando vueltas mientras intentaba entender qué estaba pasando.
Aprovechando la distracción de Adrian, Noah se acercó a Isabelle. Aunque ella no podía verlo, sintió un toque suave en su cabello. "Tienes un pelo muy lindo y largo," dijo Noah con una voz dulce, casi infantil, que contrastaba con la situación aterradora.
Pero entonces, Noah recordó que Isabelle no podía verlo, y su expresión se llenó de tristeza. Adrian notó la interacción y su rostro se oscureció de inmediato.
"¡Hey, Noah, no la toques!" gritó, con furia en sus ojos.
Isabelle se estremeció. Aunque no podía ver nada, sintió que alguien la había tocado, alguien que no estaba físicamente allí. *¿Serán espíritus?* pensó, aterrada. *¿Acaso Adrian ve espíritus?*
Adrian notó el miedo en sus ojos y se acercó lentamente. Se agachó a su lado, tocó su mejilla y acercó sus rostros hasta que sus ojos se encontraron. "No estés asustada, querida Isabelle," le susurró al oído con una sonrisa oscura. "Apenas estamos comenzando, y yo estaré aquí para protegerte... de todo y de todos."
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Más Que Obsesión
Mystère / ThrillerAdrian Blackwood parece tenerlo todo, pero su mente está atrapada en un abismo de esquizofrenia y obsesión. "Desearía verte amarrada a una silla, pero, no podría soportar tenerte lejos de mí," confiesa en un susurro lleno de desesperación. Cuando se...