Episodio 5

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Adrian despertó en su cama, empapado en sudor. El sueño había sido otra vez una pesadilla llena de recuerdos dolorosos. Se levantó de la cama, la mente todavía agitada, y se dirigió al sótano donde Noah y Jade estaban. El aire en el sótano era frío, y las luces eran tenues. "Otra vez el mismo sueño," dijo Adrian con frustración a sus amigos imaginarios.

Noah, con su carácter infantil, lo miró con preocupación. "¿Te sientes bien?" preguntó, su voz suave y ansiosa.

Jade, con una expresión de duda en el rostro, frunció el ceño. "Quizás deberías tomar tus medicamentos," sugirió, su tono cargado de seriedad. "Podría ayudarte a dejar de soñar en eso."

"No puedo," respondió Adrian, sacudiendo la cabeza. "Si lo hago, los dejaré de ver a ustedes." Noah se acercó y lo abrazó con ternura. "Siempre estaremos para ti, incluso si no nos ves," dijo con su tono de voz inocente, lo que hizo que a Adrian se le escapara una lágrima. La conexión con Noah y Jade era lo único que lo mantenía anclado a la realidad.

Mientras tanto, Isabelle estaba en su habitación, repasando en su mente las palabras de Adrian. Recordaba vívidamente el momento en que le había revelado su condición. "Tengo esquizofrenia," le había dicho. "Por eso hablo solo. Jade y Noah no son fantasmas ni espíritus, solo son parte de mi imaginación." Esa revelación le había ayudado a entender la situación, pero ahora necesitaba centrarse en su plan de escape.

Desesperada por encontrar una forma de liberarse, Isabelle comenzó a buscar en la habitación. Rebuscó debajo de la cama y entre los muebles hasta que encontró un pedazo de vidrio roto. Lo escondió en su bolsillo, esperando que fuera útil en su intento por escapar.

De repente, la puerta se abrió lentamente y Adrian entró en la habitación. Isabelle rápidamente escondió el pedazo de vidrio en su bolsillo, su corazón palpitando con nerviosismo. Adrian la miró con una mezcla de curiosidad y seriedad. "¿Alguna vez te has sentido vacía por dentro?" le preguntó, su voz suave pero cargada de emoción. "Es raro que un secuestrador hable de estas cosas, pero quiero conocerte más."

Isabelle se sorprendió al ver a Adrian serio y no riendo como solía hacer. Había una sinceridad en su mirada que la desconcertaba. Aunque sentía una mezcla de tristeza y compasión por él, su deseo de escapar seguía siendo fuerte.

Adrian, acercándose a Isabelle, la tomó de la cara suavemente. Sus dedos acariciaron su mejilla con ternura, y sus ojos color miel brillaban intensamente, llenos de una vulnerabilidad que nunca antes había mostrado. "Te quiero llevar a un lugar," dijo con suavidad. "Pero solo si prometes no escapar."

Isabelle asintió y le dijo que no escaparía.

**Ahora, Isabelle y Adrian llegan al lugar.**

La cercanía de Adrian, sus labios apenas a centímetros de los de Isabelle, hizo que su corazón latiera con fuerza. El cielo nocturno, con sus estrellas resplandecientes y la luna iluminando el paisaje, era hermoso, pero Isabelle estaba demasiado atrapada en su desesperación para disfrutarlo.

Adrian llevó a Isabelle a un hermoso mirador en lo alto de una colina. Desde allí, podían ver toda la ciudad iluminada y las estrellas que brillaban intensamente en el cielo. La vista era impresionante y la noche estaba tranquila.

Adrian comenzó a hablar, su voz cargada de una tristeza profunda. "Cuando era niño, mi padre me decía que era una basura, un pedazo de mierda. Me golpeaba hasta dejarme con moretones y sangre. Mi madre solo miraba al suelo, incapaz de enfrentarme. Jade y Noah fueron los únicos que estuvieron allí para apoyarme. A veces, me siento como una mierda de persona."

Mientras Adrian hablaba, Noah y Jade escuchaban desde un rincón, sus ojos llenos de lágrimas. La emoción en el rostro de Adrian y su dolor palpable hicieron que Isabelle sintiera una punzada de tristeza. Sin embargo, su deseo de escapar seguía siendo una prioridad.

Adrian, con el rostro aún cerca del de Isabelle, le dijo: "¿Y te preguntarás por qué te cuento esto? Te lo digo porque querías saber sobre Noah y Jade. Ellos no son reales. Solo son parte de mi mente."

La tensión en el aire se volvía densa. Sus labios estaban a punto de tocar los de Isabelle, y su corazón latía con una mezcla de miedo y anhelo. Sin pensarlo dos veces, Isabelle se apartó bruscamente y sacó el pedazo de vidrio. "No te acerques," dijo con determinación, el vidrio reflejando la luz de las estrellas.

Adrian mostró una expresión de decepción y sorpresa. "No quería hacerlo de esta manera," dijo, sacando su cuchillo. "Pero no me dejaste otra opción."

El ambiente se volvió cargado de tensión mientras ambos se enfrentaban, la calma de la noche contrastando con el caos emocional que se estaba desarrollando entre ellos.

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