capítulo 4. corazón roto

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3 de Agosto, 2019      7:47 p.m.

La humilde casa de los Urrutia era un sin fin de risas y gritos. Los jóvenes de la casa se encontraban divirtiéndose jugando un juego de mesa junto a Juanjo y Violeta, quien por fin había vuelto de su viaje a Granada, más sonriente y feliz que nunca. Como si aquel pequeño viaje a casa le hubiera curado todas las heridas que tenía. Los chicos parecían divertirse bastante con el juego, era uno que había salido recientemente a la venta y que compró Violeta en Granada. Decidió ir ahí y jugar con ellos, al fin y al cabo eran sus mejores amigos, sin importar la diferencia de edad entre Juanjo, Martin y ella.

Martin reía junto a ellos de forma natural y como lo había hecho siempre. Él aparentaba normalidad, como si unos días atrás no hubiera recibido un beso de Juanjo, como si no se pusiera nervioso cada vez que sus miradas se cruzaban o como si su corazón no se acelerase simplemente por estar junto al mayor. Martin no sabía qué significaba eso. Odiaba esa sensación pero a la vez le encantaba porque a pesar del nerviosismo no podía alejarse de él. No quería hacerlo.

—¡Pero qué haces! —exclamó Violeta riendo al ver como Martin cogía una ficha que no debía.

—¿Qué pasa? —preguntó el vasco desconcertado.

—¡Esa es la ficha de un bar de ambiente! —rió Juanjo quitándole la ficha a Martin de las manos y dejándola en su lugar, cogió la que debía y se la entregó—. Esta es la que debes coger para construir una iglesia.

—Agh... sigo sin entender este juego.

Los tres rieron viendo como Martin bufaba agarrando la ficha y colocándola en el lugar correspondiente. Siguieron tirando los dados y riendo al ver que Martin seguía fallando al coger fichas o simplemente perdía turnos por mala suerte. Entonces la puerta de la habitación se abrió y la madre de los chicos se asomó por ella, su cara no trasmitía alegría precisamente y los cuatro la miraron desconcertados.

—Juanjo cariño me llamó tu padre hace unos minutos. Tienes que irte a casa —anunció la mujer quedándose en el marco de la puerta.

El pequeño frunció el ceño mirándola.

—¿No puede quedarse un rato más, mamá? Aún no hemos acabado el juego —rogó Martin mirando a su madre con ojos de cachorrito, en cambio no hizo ningún efecto en ella.

—No, lo siento, tiene que irse enseguida. Vamos te acompaño —habló la mujer mirando al castaño.

Éste acto seguido se levantó y se arregló la ropa antes de girar hacia ellos y sonreír levemente.

—No pasa nada chicos, volveré más tarde —explicó él y después fue hacia la puerta saliendo sin decir nada más.

Una vez la puerta se cerró, los tres restantes se miraron entre ellos.

—¿Creéis que sea algo malo? —preguntó Violeta agarrando las fichas de Juanjo del tablero para guardarlas en su respectiva caja.

—No creo, su padre simplemente tendrá que hablar con él —contestó Iker ayudándola con las fichas.

Martin estaba quieto en su sitio, con la mirada baja.

—Espero que vuelva... —añadió en voz baja. 

El resto siguieron con el juego, hablando y riendo, mientras que el chico se mantenía en silencio mirando el suelo. Desvió su mirada hacia el hueco vacío a su lado, viendo que ahí se encontraba la figurita de juguete de Juanjo, olvidada. Frunció el ceño y la agarró mirándola fijamente. La próxima vez que lo viese se la devolvería. Sabía lo que significaba para él aquel simple muñeco.

into you • juanjo & martinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora