capítulo 1. flor azul

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3 de Abril, 2012      07:56 a.m.

Era una soleada mañana a principios de Abril. El canto de los pájaros se escuchaba por todo el prado, algunos volaban por encima de los árboles y otros se posaban sobre algunas superficies que habían. El viento soplaba con serenidad y algunas mariposas decidieron hacer acto de presencia, todo aquello daba la sensación de estar en un lugar mágico, un lugar de cuentos. O por lo menos eso pensaba Martin Urrutia. El chico apenas tenía siete años y ya se había animado a explorar ese gran paraje.

Se había mudado hacía dos días a una casa de campo junto a sus padres y su hermano algo mayor que él, de once años. Anteriormente había dejado su ciudad natal Getxo para vivir un par de años en Barcelona debido al trabajo de su padre, y mudarse de una gran ciudad como lo era Barcelona a las afueras de una pequeña localidad al norte de Madrid era un gran cambio, sobre todo porque el colegio más cercano estaba a media hora en autobús, y ni hablar del tiempo que se tardaba en ir andando.

El primer día estuvieron desempacando todo el equipaje, algo aburrido para el pequeño Martin, quien sólo pensaba en salir y jugar al aire libre. Su habitación era bastante grande, más de lo que necesitaba un niño de su edad, y no tardó nada en acomodar todas sus cosas para hacerla propia. Sus padres habían pensado en su futuro, cuando creciera seguirían viviendo ahí y seguramente un adolescente necesitaría una gran habitación.

Era el segundo día, casi las ocho de la mañana de un jueves, y el muchacho se había despertado temprano solo para poder pasar algo de tiempo afuera admirando el paisaje. A las nueve de ese día debía ir con sus padres al colegio para hacer su matrícula, no le fascinaba la idea de ir y conocer niños nuevos, él era muy tímido y la primera experiencia en conocer personas nuevas no fue demasiado bien. Incluso llegó a recibir burlas en su antiguo colegio por estar demasiado callado, y debido a eso se volvió todavía más callado por miedo a decir algo y hacer el ridículo.

El chico se sentó en una roca cerca del lago y se quedó mirando los rayos del sol iluminando la cristalina agua frente a él. Sonrió cerrando los ojos y tomando una gran bocanada de aire matutino, pues se sentía a gusto ahí sentado. Cuando volvió a abrir los ojos al otro lado del lago visualizó otra figura humana, de un niño también al parecer. Justo a su lado había una casa, era de las pocas que habían por esa zona, y era bastante grande. Pensó que podría ser incluso un poco más grande que la suya.

El chico de pelo castaño, el cual parecía ser por lo menos un año mayor que él, estaba también observando el lago. Aunque él no se percató de la presencia del vasco como lo hizo el contrario. Estaba parado de pie con las manos en los bolsillos de su chaqueta vaquera, pues en Abril por las mañanas refrescaba bastante. Se agachó para coger una piedra y la lanzó al lago sonriendo después, Martin sonrió también inevitablemente.

El chico se giró y observó la casa, después salió corriendo hacia ella; aparentemente lo había llamado su madre, quien estaba en el porche mirándolo y recibiéndolo en sus brazos con una sonrisa. Entonces Martin sintió una presencia tras él y cuando se giró vio a su hermano mayor, Iker, acercarse y sentarse junto a él en la roca.

—¿Te gusta esta nueva casa? —preguntó el pelinegro con una sonrisa.

—La casa está bien, pero lo que me gusta es el lugar.

El mayor rió suavemente ante eso y Martin sonrió mostrando su preciosa sonrisa cerrada.

—¿No estás triste por haberte ido de Barcelona?

—No, era demasiado ruidosa esa ciudad.

—¿Tampoco estás triste por haberte separado de tu novia María?

into you • juanjo & martinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora