into you • juanjo & martin

capítulo 6. no podemos ser amigos

4 de Noviembre, 2024      10:02 a.m.

El murmullo de la clase disminuyó cuando el profesor se levantó de su asiento, dispuesto a anunciar las parejas para los trabajos que había explicado esa misma mañana. En otras circunstancias, habría dejado que los estudiantes se emparejaran como de costumbre, pero en esta ocasión prefirió asignarlas él mismo. Quería comprobar si el nivel de trabajo se mantenía igual de alto, incluso si no trabajaban con los mismos compañeros de siempre.

La tensión en el aula era palpable. Algunos estudiantes se removían inquietos en sus asientos, esperando con ansiedad a escuchar su destino. El profesor fue pronunciando los nombres uno a uno, con calma, sin prisa, saboreando el silencio expectante que se apoderaba del aula. Martin, que se encontraba concentrado en terminar de copiar unas notas en su cuaderno, apenas prestaba atención. Sin embargo, cuando escuchó su nombre seguido por el de Juanjo, su corazón dio un pequeño vuelco.

Levantó la mirada de inmediato y, de forma casi instintiva, buscó al mayor con los ojos. Juanjo, que estaba sentado un par de asientos más adelante, apenas giró la cabeza para mirarle. Fue un vistazo rápido, apenas un segundo fugaz en el que sus miradas se cruzaron. Luego, sin decir nada, volvió a su conversación con su compañero, como si la asignación no tuviera mayor importancia para él.

El vasco suspiró, visiblemente frustrado. Parecía que el universo conspiraba en su contra. De todas las personas que había en esa clase, ¿tenía que tocarle precisamente con él? Cada vez le resultaba más difícil mantener la distancia y no hablarle, pero las personas de su círculo no facilitaban las cosas. Ruslana, la que menos. Seguía trayendo a Juanjo con ellos durante los descansos, haciendo que charlaran un rato, aunque Martin sospechaba que eso era más por iniciativa de Juanjo que de la pelirroja. Parecía que él quería demostrarle algo, como si su presencia insistente fuera una prueba de que no pensaba abandonar a Ruslana, ni siquiera teniendo otro grupo con el que juntarse.

A veces, Martin se preguntaba si Juanjo lo hacía simplemente para fastidiarle. Lo notaba, sentía esa mirada fija sobre él cada vez que evitaba mirarlo, y en las raras ocasiones en las que cedía y lo miraba de vuelta, Juanjo apartaba los ojos como si nada. Era un juego silencioso, casi desconcertante, como si intentara leerle, analizar su reacción, cada vez que estaban cerca. ¿Qué era lo que realmente buscaba con esas miradas?

El timbre sonó interrumpiendo sus pensamientos y Martin fue el primero en levantarse, casi huyendo del aula. Necesitaba aire, necesitaba alejarse de esa extraña tensión que parecía siempre envolverlos cuando estaban relativamente cerca.

Caminaba tranquilamente por el pasillo, con la mente ocupada en la necesidad urgente de llenar su estómago. El hambre comenzaba a ser insoportable; esa mañana había salido con prisas y, para su desgracia, se había olvidado de guardar el almuerzo en la mochila. Se dirigió a la máquina expendedora, esperando que algo de comida rápida le ayudara a calmar el rugido de su estómago.

Mientras esperaba pacientemente a que la máquina despachara su elección, notó a alguien más acercándose por el rabillo del ojo. Era Juanjo, caminando con esa misma calma silenciosa que a veces resultaba desconcertante. Durante un breve instante, Martin experimentó un intenso deja vú, recordando otra ocasión en las que ambos habían coincidido en ese mismo lugar. Sin embargo, esta vez había algo diferente: era Juanjo quien se acercaba, quien rompía esa distancia invisible que solía mantener entre ellos.

El castaño se paró justo frente a él, sin decir una palabra. Martin sintió una especie de tensión en el aire, como si hubiera algo no dicho flotando entre ambos. Al principio, mantuvo la vista baja, intentando ignorar la presencia de Juanjo. Pero al final, como si una fuerza más allá de su control lo empujara, levantó la mirada. Y ahí estaban, sus ojos encontrándose de nuevo.