Bien, no sé ni por dónde empezar. Soy Annabeth Prescott, mi vida es un maldito desastre, soy una chica de 16 años de clase media alta que iba a una estúpida escuela de ricos y que como verán, no puede terminar ninguna de sus frases sin maldecir. Vivo en una fea ciudad pequeña y lluviosa en México, no, no soy una rubia alta de ojos verdes que vive en Los Ángeles. Soy una persona promedio, con estatura de 1.60, no sé si consideren si soy alta o baja, como quieran. Tengo pelo castaño y ondulado más unos ordinarios ojos marrón oscuro. Dos hermanos me acompañan, Matt, seis años mayor que yo y Travis, apenas dos años sobre mi edad.
Mi vida era maravillosa – exceptuando la parte de los presumidos y cuando a veces mi padre golpeaba a mi madre – hasta que cumplí trece años, que fue cuando mi mamá descubrió justo en Navidad que su amado esposo llevaba años engañándola con otra. Para año nuevo mi estúpido padre ya se había mudado con la vieja esa.
Comparto el mismo techo con mi madre y mi tía pero el maldito de Travis me abandonó para irse al otro lado del país a terminar la preparatoria y entrar a la universidad mientras que Matt trabaja en la Ciudad de México, a él casi no lo veo.
Miren, no sé cómo explicarlo, mi tía y mi madre me tratan como si fuera viviera en un convento o algo así y me he cansado de hacerlas repelar por no obedecerlas, por lo tanto, un año después de que el idiota de Travis me abandonara aquí con ellas, las convencí de mudarme con él. Así que sí, ahora él vivirá conmigo, la asombrosa oveja negra de la familia.
Antes del maldito divorcio de mis padres era la niña más buena y ñoña del mundo, tenía aún mis frenillos, unas calificaciones impecables y nunca me metía en problemas, siempre obediente y regalando una dulce sonrisa al mundo. Pero todo cambio cuando mis lindos progenitores se separaron, en ese momento empecé a saltarme clases, le grité a mi dentista y el ya no me quiso aceptar en su clínica por lo tanto me quitó los braquets y las malas palabras no tardaron en aparecer en mi boca, junto con un mal carácter, haciéndome así la peor pesadilla de los maestros y el ejemplo a seguir de varios alumnos, muy estúpidos de su parte, por cierto. No sé por qué, simplemente me di cuenta de que uno se divierte más si no hace lo que la sociedad te dicta que hagas.
Pero aunque no lo crean, tengo un buen promedio, soy buena en los exámenes, entrego casi siempre mis tareas y proyectos y los profesores saben que conmigo no se meten si no quieren la pintura de su auto dañada con ácido o una simple tachuela en su trasero, por lo tanto nunca me restan puntos por mi mala conducta. No me gusta que me controlen, más bien detesto que alguien me quiera dominar, por eso soy tan desobediente, si me dicen "no lo hagas", me verán hacerlo, créanme. También soy una persona terca y hasta se podría decir que obsesiva, cuando me propongo algo, lo cumplo.
En fin, creo que saben suficiente de mí, así que en resumen, ahora iré a una nueva escuela, en una ciudad mucho más grande y un clima más cálido, me tuve que despedir de mis amigas y eso fue cruel, pero bueno, creo que conoceré nuevas personas aquí, aunque mi mirada pesada y mi actitud retraída no ayudarán mucho. En fin, ¿qué se le puede hacer? Bienvenidos a mi vida.
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No debería enamorarme
Teen FictionSe supone que el amor empieza por uno mismo y Annabeth lo sabe perfectamente, lo descubrió a base de malas experiencias, por eso, se ha mudado con su hermano en un arrebatado intento de conseguir una nueva vida y olvidar todo el pasado que continuam...