Vi como lo alejaba bruscamente de mí y lo levantaba. Mi hermano estaba a punto de golpearlo hasta que yo me interpuse entre ellos sintiendo un agudo dolor de cabeza al hacerlo, mi cara se transformó automáticamente en una mueca. Tal vez James no me agradaba del todo, pero no permitiría que lastimaran a alguien injustamente. No sé qué pasó anoche pero estoy segura que no fue nada que tuviera que ver con sexo o algo así.
- ¡No hicimos nada! – intenté gritar pero mi voz salió sólo en un susurro. Volví a hacer una mueca y esta vez me tomé la cabeza con las manos – Mierda necesito una aspirina, esta no es la mejor manera de despertar a tu hermana con resaca.
- ¿Quieres que los despierte arrojándoles rosas, besándolos y abrazándolos? – negué, él estaba tan nublado por la ira que ni si quiera notó que hasta respirar me causaba dolor.
- Un tipo empezó a besarla en el cuello sin su permiso, ella trató de detenerlo pero él no la dejaba por lo tanto lo golpeé y la traje aquí, hacía frío por lo tanto le di mi chaqueta. Debo admitir que yo también estaba bastante tomado, por lo tanto le quité los tacones para que estuviera más cómoda y yo sólo me quite la camiseta y caímos rendidos en el sofá y bueno, no sé cómo amanecimos así – respondió James tranquilo.
- ¡Con que eso pasó anoche! – susurré-grité sonriendo y una punzada atravesó mi cabeza haciendo que mi pequeña sonrisa desapareciera.
- ¿Qué tanto tomaste anoche, Beth? – interrogó mi hermano y me encogí de hombros – Sopla –fue lo que hice – Mierda, no sabía que en ese cuerpecito cupiera tanto.
- Uy, me hubieras visto en mis fiestas a partir de los 14 años... - me miró desaprobatoriamente - ¿Qué? Apuesto a que tienes una zorra en tu habitación. Beber demasiado y coger demasiado con desconocidos es igual de malo. Aparte en esos momentos de borrachera olvidaba todo, mis amigas me cuidaban de los chicos y no pensaba en consecuencias porque como ya sabrás, quería morir, tengo una buena excusa.
- ¿Qué tú querías qué? – interrumpió un James sorprendido. Me encogí de hombros restándole importancia aunque realmente no quería hablar de eso.
Levante una de mis muñecas haciendo a un lado las habituales pulseras gruesas que siempre llevaba dejando al aire libre mis cicatrices. Creí que me miraría con lastima pero no lo hizo, me miró con preocupación y luego cómo si fuera la persona más fuerte del mundo. Travis le hizo una seña para que no preguntara más sobre el tema.
El silencio fue muy incómodo por lo tanto yo me dirigí a mi habitación. Tomé una aspirina de la mesita de noche y me la tragué. Me vi al espejo y estaba hecha un asco, todo mi maquillaje estaba corrido y mi pelo era un estropajo. Revisé mi teléfono, tenía varias llamadas perdidas de mis amigas y Josh. Les mandé mensajes a todos de que estaba bien, que James me había sacado de ahí. Me atacarían con preguntas el lunes. Para ser sincera, estaba un poco molesta porque me hubieran abandonado y que incluso todo hubiera podido terminar realmente mal si no me hubiera salvado la persona que, dado mi patética vida cliché, obviamente me tenía que rescatar.
Me metí en la ducha y luego me lavé muy bien los dientes. Me vestí con mis shorts de mezclilla, un top de rayas negras y blancas y mis amados converse negros. Me recosté en mi cama para leer un poco, mi dolor aumentó pero lo ignoré. Estuve así un rato y no me di cuenta cuando me quedé dormida.
- ¿Beth? – me sacudieron levemente. Gemí un poco, estaba muy cómoda. – Son las cuatro de la tarde y no has comido nada en todo el día.
- No me importa, quiero dormir – respondí casi inaudiblemente. Sentí como me levantaron pero no me moví – Déjame Travis, al rato me tomo la pastilla y con eso no me desnutro. No quiero comida. – el pecho de lo que creo que era mi hermano se sacudió gracias a su risa.
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No debería enamorarme
Teen FictionSe supone que el amor empieza por uno mismo y Annabeth lo sabe perfectamente, lo descubrió a base de malas experiencias, por eso, se ha mudado con su hermano en un arrebatado intento de conseguir una nueva vida y olvidar todo el pasado que continuam...