chapter five

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Habían pasado exactamente dos días desde que la pelinegra se había reunido con Woo-jin

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Habían pasado exactamente dos días desde que la pelinegra se había reunido con Woo-jin. Dos días de silencio absoluto, no solo con él, sino también con el resto de sus amigos. Sin embargo, a la joven no le importaba mucho.

Siempre lo prefería así. El silencio era reconfortante para ella, una pausa en medio del caos constante que era su vida.

El ambiente en su hogar era tenso, como siempre. Ser la única heredera de varios imperios empresariales no dejaba espacio para debilidades.

Ya que, desde que era tan solo una pequeña niña, le enseñaron a no mostrar siquiera una emoción, a no dejar que nadie viera las grietas en la fachada que tanto había construido con tanto esmero.

Ser fría y estar de mal humor constantemente era una necesidad, una armadura que la protegía de las expectativas abrumadoras que todos tenían en ella.

También, sus días estaban llenos de reuniones, entrevistas y presentaciones interminables. Tenía que mostrarse perfecta ante todos los ojos de los empleados, ante el mundo, como si ya fuera la dueña de todo.

Nunca había margen de error, ni siquiera para la escuela.

La pelinegra aspiró el humo del cigarro hasta que éste entró en su garganta y luego lo exhaló hacia afuera.

Se sentía apretada, la soledad de su habitación la hacía sentir raramente inquieta y eso no era normal.

No podía evitar dejar de pensar en Woo-jin y en lo que había hecho. En cómo había puesto en riesgo todo por un capricho, por una necesidad carnal que nunca entendería.

Pero, lo que más le irritaba, era que una parte de ella seguía preocupándose por él, a pesar de todo. Pero esa parte estaba enterrada bajo capas de hielo, dónde no podía alcanzarla.

El sonido de la notificación de su teléfono la sacó al instante de sus pensamientos, la joven dobló el cigarrillo por la mitad y lo arrojó al suelo.

La pelinegra leyó el mensaje y suspiró. El mensaje provenía del grupo de sus amigos en el que ella también estaba.

“He-ra:” «Atención, amigos. ¿Están libres el domingo por la tarde? Ya pasó un tiempo, deberíamos de reunirnos.»

Una sonrisa de lado apareció en el fino rostro de la pelinegra, mientras se dejaba caer de espaldas en su comoda cama.

La joven con su dedo siguió bajando, leyendo, y alzó una ceja.

«Por fin volvió nuestra querida Jae-i, nos vemos en la pista el domingo. No lleguen tarde.»

Ha-na no supo cómo reaccionar al leer ese último mensaje.

Después de meses su antigua mejor amiga y confidente, casi hermana, regresaría a casa. La ansiedad recorrió toda su espina dorsal y se incorporó rápidamente de su cama.

 Golden Dinasty (Hierarchy) - Woo-jinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora