Círculo de fuego | BillFord

La propuesta

La oscuridad envolvía el misterioso y laberíntico sótano de la cabaña. El zumbido de las máquinas y el chisporroteo de la electricidad eran los únicos sonidos que acompañaban a Stanford Pines mientras trabajaba frenéticamente en un nuevo experimento.

Su mente estaba nublada por la obsesión, un deseo ardiente de comprender los misterios del universo, de desentrañar secretos que ningún otro humano había tocado. Sin embargo, en el rincón de su conciencia, una presencia acechaba, riendo en silencio.

De repente, las luces parpadearon y un destello dorado llenó la habitación. Stanford giró bruscamente, con una mezcla de temor y expectación.

Allí, flotando en el aire, estaba él: Bill Cipher, el demonio triangular de otra dimensión, con su singular ojo brillante y un sombrero de copa ladeado con descaro.

-Stanford! Mi científico favorito!- exclamó Bill con una risa resonante.

-Qué haces en este rincón oscuro? Seguro que podría ayudarte a mejorar esos juguetes científicos.

Stanford lo miró con desdén.

-No necesito tu ayuda, Bill. He aprendido a desconfiar de tus 'ofertas'.

-Oh, vamos! No seas así. Sabes que mis conocimientos trascienden cualquier cosa que podrías lograr solo- insistió Bill, acercándose con suavidad.

-Imagina todo lo que podríamos hacer juntos- culminó por decir.

La tentación era palpable. Stanford sabía que no debía ceder, pero la promesa de poder, de conocimiento ilimitado, lo tentaba más de lo que estaba dispuesto a admitir.

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A medida que los días pasaban, las apariciones de Bill se hicieron más frecuentes. Con cada conversación, el demonio se mostraba más encantador, más persuasivo, y algo más...

Stanford no quería admitirlo, pero sentía una conexión extraña con Bill, una atracción que iba más allá de la curiosidad intelectual.

Tan sofocante pero adictivo, como si todo tratara de un juego de "adivina adivina". Era casi una droga para Ford.