Capítulo 13. Nuestra vida

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La mujer de cabello negro y abrigo rojo estaba parada frente al tablero de notas. Sus ojos, de un distintivo color verde y marrón, brillaban con una mezcla de orgullo y amor. En su mano izquierda llevaba una pequeña caja de terciopelo, su mente viajaba a días anteriores, al pasado más que lejano y luego al presente. Con una sonrisa torcida apareciendo en la comisura de sus labios, deslizó su dedo índice sobre la foto del periódico local clavada en el tablero. En el corte aparecía una latina muy sonriente, vestida con un vestido de época, el pelo recogido en un elaborado peinado y los labios pintados de rojo rubí.

Calle se había convertido en todo lo que Poche había soñado para ella. Con esfuerzo y determinación la joven, hoy una mujer de veintitrés años, había luchado por su espacio en el mundo de los artistas, ganando reconocimiento e incluso fans por su trabajo. María José no podría estar más feliz por la mujer de su vida, esto era una recompensa por todo lo que Daniela había pasado en su adolescencia y principios de su edad adulta, una época que la morena no se negaba a recordar, era algo entre las dos, pero que ella era consciente de que era difícil.

Un olor familiar invadió sus sentidos, apoderándose de ella por completo incluso antes de que las pequeñas manos cubrieran su visión. María José sonrió alegremente, su pequeño y cálido cuerpo presionado contra el de ella, contra su espalda.

—De repente el mundo se convierte en un lugar perfecto. —un escalofrío recorre su columna cuando la voz baja y melodiosa de Daniela suena en su oído. —De repente el mundo se mueve con perfecta gracia, de repente mi vida parece tener algún sentido, y todo gira en torno a ti. —Besa suavemente la nuca de la morena, destapando sus ojos mientras apoya su barbilla en el hombro de la mujer mayor. —Y no hay montaña tan alta, ni río tan largo. —sus manos cubiertas con guantes rojos se deslizan sobre el brazo de María José y descansan sobre su cadera. —Pueden chocar las estrellas y pueden venir tormentas, pero te amo hasta el final de mi vida.

—¿Crees que me ganarás recitando tu línea? —María José sonríe ampliamente mientras gira su cuerpo hasta quedar frente a la chica.

—No necesito hacer nada para eso. —dice convencida mientras pasa sus brazos por los hombros de María José, acercando su cuerpo al de ella. —Ya te tengo, desde hace mucho por cierto.

—Qué pequeño monstruo tan engreído creé... —La voz de la morena baja cada vez más a medida que su boca se acerca a la de Daniela. Ella sella sus labios sobre los de ella, sonriendo cuando la chica intenta iniciar un beso. —Estuviste magnífica hoy, de hecho, siempre lo estarás... No me canso de verte y oírte cantar. —María José desliza su pulgar sobre la mandíbula de la chica.

—Pensé que me iba a desmayar en cualquier momento. —Confiesa Daniela en voz baja, su mano se deslizó sobre los hombros de la abogada, alisando con sus dedos el grueso material de su abrigo. —Sabes, cada vez que subo al escenario siento que es la primera vez.

—Estuviste genial, amor. —La consuela María José besando rápidamente sus labios. —Eres bueno en todo lo que haces. —Daniela arquea una de sus cejas y María José sonríe más ampliamente, arrugando la nariz como una niña pequeña y descarada.

—No sé si debería confiar en ti. —Dice Daniela con picardía, sus ojos se alejan del rostro de María José, la latina parece notar por primera vez la ropa que llevaba la morena. —¿Viniste directamente del trabajo?

—Sí, por eso el retraso. —Dice de mala gana, si había algo que la morena aborrecía en el mundo era la impuntualidad. —Pero para disculparme... —da un paso atrás, mostrando la pequeña caja de terciopelo que tiene en la mano. —para ti.

—¿Que es eso? —Pregunta Daniela mientras toma la pequeña caja en sus manos. María José simplemente se encoge de hombros mientras cruza los brazos detrás de la espalda, balanceando su cuerpo hacia adelante y hacia atrás. Este era uno de los tics nerviosos que había adquirido la morena, siempre se ponía nerviosa y ansiosa cuando se trataba de Daniela, como si volviera a ser una adolescente.—¡María José! ¿Otra joya?

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