Lluvia

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Era sábado. Aunque el cielo estaba despejado al principio, unas nubes empezaban a cubrir los rayos del sol, como si el tiempo reflejara la mezcla de emociones en el corazón de Daniel. Vestido con una sencilla camiseta negra de manga larga y pantalones negros, intentaba proyectar una imagen casual, aunque la ligera bolsa de tela que colgaba de su brazo revelaba su nerviosismo. Sentado en un banco cerca de su edificio, miraba constantemente su teléfono, como si buscara en la pantalla el valor que necesitaba para lo que estaba por venir.

El sonido de una motocicleta frenando lo sacó de sus pensamientos. Jay había llegado. Vestía un jersey negro que realzaba su musculatura y unos pantalones de traje, llevando un abrigo beige en el brazo. Dejó el casco sobre la moto y se acercó a Daniel con un andar relajado pero decidido. Daniel tomó aire, intentando calmar la tormenta de mariposas en su estómago.

-Buenas tardes, Jay -saludó Daniel, luchando contra la timidez que sentía al llamarlo por su nombre

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-Buenas tardes, Jay -saludó Daniel, luchando contra la timidez que sentía al llamarlo por su nombre.

Jay sonrió suavemente y levantó una mano para saludar, sus ojos reflejando una calidez que hizo que el corazón de Daniel latiera más rápido.

-¿Te gustaría ir a tomar algo? Podemos dejar tu motocicleta aquí. No iremos muy lejos -propuso Daniel, esforzándose por sonar tranquilo.

Jay asintió, y ambos empezaron a caminar juntos, manteniendo una distancia prudente pero cercana.

Mientras caminaban, Daniel, aún nervioso, sugirió:

-Pensé que podríamos ir al acuario antes de tomar algo. Es un lugar tranquilo, y además siempre me ha gustado ver los peces... Me relaja.

Jay asintió de nuevo, con una sonrisa que parecía iluminar su rostro. Parecía una excelente idea para ambos, un lugar donde podrían estar juntos, disfrutar del ambiente sin sentir la presión de una cita tradicional.

Al llegar al acuario, el ambiente se volvió mágico. Las luces tenues y los tanques de agua que reflejaban sombras azuladas creaban un ambiente casi irreal. Caminaban uno al lado del otro, observando en silencio las coloridas criaturas que nadaban detrás del vidrio. Cada tanto, sus miradas se encontraban y se sostenían por un segundo más de lo necesario, antes de que ambos desviaran los ojos, sonrojados.

En un momento, se detuvieron frente a un tanque enorme que albergaba una variedad de peces tropicales. Daniel, sin darse cuenta, se había acercado más a Jay, tan absorto en la belleza del acuario que no notó la proximidad.

-Siempre he pensado que los peces tienen algo hipnótico... -murmuró Daniel, con la vista fija en los colores vibrantes del tanque-. Me hace sentir en paz.

Jay lo miró, asintiendo con una expresión suave. Luego, gesticuló con una mano, señalando un pequeño pez payaso que nadaba juguetonamente cerca del cristal.

-¿Ese es tu favorito? -preguntó Daniel, sonriendo ante el entusiasmo de Jay.

Jay asintió de nuevo, sus ojos brillaban mientras observaba al pez moverse con gracia.

Dulce paladar (JayxDaniel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora