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Narrador

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Narrador

Había ya pasado tres días desde el último encuentro, Enzo se había ido de Miami y pilar con lisandro estaban a punto de abordar el avión para volver a Manchester.

La despedida había sido complicada pero ahí estaban, el avión privado de lisandro yo estaba estacionado en el aeropuerto.

—vamos amor? Ya me avisaron que está todo listo para partir—hablo el morocho captando la atención de la rubia que estába concentrada en su celular.

—si, vamos—dijo pilar tomando su cartera y la mano de lisandro.

Ambos caminaron juntos hacia el avión y al llegar a la puerta unas azafatas saludaron a ambos de manera amable.

—todo listo para despegar martinez—aviso el piloto a lisandro el cual respondió con un pulgar hacia arriba y una sonrisa.

El viaje estaba bastante tranquilo, ambos charlaban, tomaban mate. Habían vuelto a ser la pareja que eran por más de que pilar siguiera sintiendo parte de Enzo.

—la casa te va a encantar... Está muy linda y moderna como a vos te gustan—hablo lisandro con una sonrisa.

—que lindo amor, entonces no puedo esperar para verla—admitio pilar soltando una risa nasal

—si... Pero yo no me voy a esperar hasta llegar a la casa amor—dijo acercándose peligrosamente a pilar.

—que querés decir?—pregunto la rubia

Lisandro no respondió y solo tomo el mentón de su novia para dejar un beso suave sus labios.

Cuando se separó se puso de rodillas ante la rubia quien lo miraba con deseo, lisandro subió el vestido de pilar y acaricio la intimidad de la chica por encima de la tela de su tanga.

Esto provocó que pilar soltará un gemido ahogado dado al placer que esto le había provocado.

—que mojadita que estás amor...—dijo en un susurro lisandro arrancando la tanga y tocando la vulva de la chica.

—dale...li..sandro—dijo cómo pudo pilar.

Lisandro introdujo dos dedos de una sola vez en la intimidad de la chica haciéndola soltar un gemido.

Había cerrado las cortinas de la pequeña habitación del avion que tenían, por lo cual nadie los podía ver pero los trabajadores estaban escuchando todo e intentando no perderse ninguna parte.

Lisandro jugaba con sus dedos dentro de pilar haciendo que ella se deje llevar tanto y se termine viniendo sobre los dedos del morocho que al sentirlo sonrio.

Saco los dos dedos con fluidos y los llevo hacia la boca de la rubia quien estaba fatigada.

—abri la boca—ordeno el morocho.

POR SIEMPRE - Enzo Fernández Donde viven las historias. Descúbrelo ahora