Refugio de amor

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Mientras regresaban a casa para esperar al día siguiente, recibieron otra llamada.

X: Creíste que ibas a poder alejarte de mí, no puedes. Yo lo sé todo, así que pronto nos veremos.

Con esa llamada, Ar Nueng se preocupó, pero trató de mantener la calma por Anueng. Ella era lo más importante y sabía que Chet haría cualquier cosa con tal de tenerla cerca.

La noche fue eterna, pues con la preocupación que tenía, no podía dormir. Así que decidió salir a dar un paseo por el mar. Mientras estuvo allí, supo que era hora de actuar y acabar con todo; no podía dejar que su pasado arruinara su presente.

Después de volver, se acostó con ella mientras la abrazaba y le decía cuánto la amaba.

Ar Nueng: No te dejaré ir nunca, tú llenaste los espacios en blanco en mi corazón. Por eso te debo mi vida; sin ti no hubiera logrado ser esta persona que soy. Te amo, Nueng.

Después de eso, se durmió en paz. El día siguiente llegó.

Ar Nueng - POV

El día siguiente me levanté muy agitada, pues había tenido una pesadilla en la que Anueng se iba de mi lado. Pero me calmé al tenerla durmiendo a mi lado. Después de estar viéndola por un rato, decidí levantarla, pues ya era hora.

Ar Nueng: Mi amor, despierta. Ya es hora, tenemos que regresar...

Pude ver cómo se despertaba, así que después de darle un beso, me puse a preparar el desayuno. En cuanto estuvo listo, la llamé y nos sentamos a comer.

Ar Nueng: Amor, escúchame. Hoy que regresamos, vamos a tener escoltas con nosotros para que nos vigilen, por eso te pido que cuando lleguemos no te despegues de mí en ningún momento, porque no sé si puedo confiar en los escoltas.

Ella asintió, pues tenía bastante miedo. Yo también, pero tenía que ser fuerte por ella. Así que preparé nuestras cosas y salimos rumbo al aeropuerto. El vuelo estuvo tranquilo, pues solo estábamos ella y yo y el personal del avión. Casi nunca utilizaba un vuelo privado, pero en esta ocasión debía hacerlo.

Al llegar a Tailandia, pude ver cómo Sam me esperaba con escoltas a su lado. Mi pequeña hermana vino corriendo a abrazarme, pues tenía miedo de que me pasara algo. Así que solo correspondí el abrazo. No iba a permitir que nadie me separara de nuevo de mi familia.

Sam nos llevó directamente a su coche, donde entramos y comenzamos a conversar de todo.

Ar Nueng: Sam, no puedo volver al palacio, así que necesito que me lleves a mi antiguo departamento. Sé que es el único lugar donde Chet no me buscaría.

Sam: Nueng, es peligroso. Además, ese lugar es pequeño y tú puedes comprar o ir a donde sea... está bien, te llevaré allá.

Después de que la mirara de forma seria, supo que no podía contradecirme, así que me llevó allá.

Cuando llegué, hablé con mi antigua arrendataria y nos pusimos de acuerdo. Me dio la misma habitación de antes. Al llegar, me despedí de Sam, pues ella tenía que regresar a atender su empresa.

Cuando los escoltas ya dejaron todas mis maletas, volví a hablar con Anueng, pues en este tiempo estaba muy callada, algo que era extraño en mi pequeña traviesa.

Ar Nueng: Mi amor, ¿estás bien? Estamos seguras aquí, además, estoy aquí para protegerte.

Ella solo asintió. No volví a preguntar nada, solo la llevé a la cama y me fui a descansar con ella en mis brazos. Era algo que me hacía feliz.

Al día siguiente, todo fue normal, así que preparé el desayuno y comimos. Aunque el ambiente era silencioso, nunca fue incómodo, así que no me preocupé. Ese día tendría que salir, porque tenía que traer algunas cosas, así que llamé a Nueng para irnos y ella vino feliz.

Ar Nueng: Amor, ¿qué pasó ayer? Estabas triste y ahora estás feliz.

Anueng: Es que tuve muchos recuerdos de nosotras y eso me dio fortaleza. ¿Te acuerdas de todo lo que pasamos aquí?

Yo solo asentí y la abracé con todas mis fuerzas, ya que estaba muy feliz de que ella estuviera aquí. Además, claro que recuerdo todo lo que pasó, así que solo tomé la mano de Nueng y la llevé fuera.

Al llegar al palacio, los escoltas entraron primero para asegurarse de que todo estuviera bien. Cuando confirmaron que todo estaba en orden, entramos. Guardé todo lo que me podía servir, luego ayudé a Nueng con sus cosas y nos fuimos, no sin antes dar una última mirada al palacio. Por tanto tiempo fue mi hogar, y siempre lo sería, pero ahora mi hogar era donde ella estaba.

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