⋮
El sendero estaba apenas iluminado por pequeñas luces blancas que se enredaban a los árboles como si nacieran de ellos. Se extendían como luciérnagas hasta el inicio del bosque donde la nevada y la hora apenas permitían ver más allá de los primeros troncos de cedro.
Yuuji miró a su alrededor esperando en receloso silencio a que la cacería comenzara.
Apenas una semana atrás su abuelo había muerto. Itadori recordaba poco de los últimos días desde entonces, pasaron casi en silencio mientras la soledad le consumía.
No solo se trataba de la muerte y la soledad, era lo que venía después. Era ese momento.
Wasuke había sido el jefe de la manada por las últimas décadas. Su abuelo era bueno en eso, poseía la fuerza y sabiduría necesaria y, además, la bondad que rara vez se veía en un líder. Respetaba la vida y le enseñó tanto a Yuuji sobre el valor y la empatía. Incluso si Yuuji era un omega, él jamás lo desestimó, y lo colocó a su lado con orgullo.
El viejo se aferró a la vida tanto como pudo incluso cuando los últimos meses habían sido una mierda para él, pero al final, antes de que la vida se escapara de su pecho, él siguió mirando a Yuuji con preocupación.
Porque ambos sabían lo que significaba su partida.
Reprimió las lágrimas, no solo porque nunca supo cómo lidiar con sus propias emociones, sino porque sentía que al viejo le hubiese gustado que lo hiciera: que llorara. Siempre le recriminó por contenerse demasiado.
Sin embargo, no era justo. Antes de irse, Wasuke había llorado por ambos y ahora, Yuuji solo debía enfrentar su destino.
La campana sonó en algún lugar dentro del bosque pocos minutos después, distante pero fácilmente distinguible; el sonido le regresó al presente. Miró el camino sin atrever a moverse. Sabía que su única oportunidad de evitar a cualquiera de los alfas sería tomando la delantera, pero ahora sus pies se reusaban a moverse.
Tembló, los segundos se consumían rápidamente y aunque el frio se filtraba por la tela suave de la falda, podía sentir los efectos del desinhibidor comenzar a calentar su cuerpo con aquel fuego intenso que quemaba bajo su piel cada celo.
Un aullido se escuchó desde algún lugar dentro de la penumbra, un sonido desesperado que se fue replicando en diferentes posiciones dentro de la bruma en el bosque.
Yuuji observó el camino frente a él detenidamente, con la respiración acelerada y sus manos firmemente apretadas en puño sobre sus muslos.
Golpeó con ellas sobre la tela, sin verdadera fuerza, y soltó el aire retenido de golpe, sintiéndose ligeramente mareado. Había perdido minutos valiosos, pero aún tenía una oportunidad de cruzar el límite de la manada antes de ser cazado. Debía aferrarse a ella.
Empujó las dudas al fondo de su cabeza y se aferró a aquello a lo que siempre había sido bueno. Confió en su instinto y corrió, esperando no volver jamás a aquel lugar.
Esquivó torpemente las ramas y árboles, sosteniendo la tela extra de la falda con una de sus manos. Sentía no avanzar. La oscuridad que le rodeaba volvía todo igual, sin adelante o atrás, solo abrumadores sonidos que parecían pisadas fuertes a su alrededor.
Sus pies descalzos dolían, lastimados por el frio y la fuerza en sus pasos. Sin embargo, convertirse en lobo no era una opción, el proceso aceleraría el celo y lo volvería un blanco fácil de localizar.
La temperatura en su cuerpo aumentó de golpe haciéndole trastabillar. Podía sentir la humedad formarse en su parte baja y mojar la tela del pequeño short que le separaba de la desnudez. Apretó los puños, hiriéndose en el proceso, y siguió avanzando, sin la misma velocidad de antes.
ESTÁS LEYENDO
Winter
FanfictionHuyendo de su destino como omega, Yuuji se encuentra a sí mismo presa de dos vampiros extraños y poco prudentes. Y aunque sus conocimientos sobre ellos son escasos, hay una verdad que se le repitió desde siempre en su manada: no se puede confiar en...