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A la mañana siguiente, Yuuji tuvo que plantarse en el comedor bajo la mirada atenta e igualmente divertida de Suguru Geto y admitir una verdad que por alguna razón se le hacía un tanto vergonzosa de decir en voz alta frente al vampiro.

"Yo... en realidad, yo no como carne." Dijo y seguramente aquello era lo último que el vampiro esperaba oír dada la expresión en su rostro.

"¿Qué?"

Lanzó otra mirada rápida a los platos sobre la mesa y los señaló, la mayoría de ellos, nuevamente, con cortes diferentes en ellos. "No como carne."

"Espera, me estás diciendo que tú, un lobo, no comes carne."

Asintió repetidas veces antes de que el vampiro se riera suavemente, ocultando una expresión burlesca tras el libro en sus manos.

"Absurdo." Susurró al final. "Está bien, Yuuji, no creí necesario preguntar al respecto, pero supongo que debí hacerlo. Puedes comer lo que gustes de lo que hay en los platos, haré comida a tu gusto en la siguiente ocasión."

Medito la amabilidad del pelinegro un rato antes de sentarse y picotear la pasta frente a él.

"No es necesario yo puedo hacerlo por mí mismo."

"Me gustaría hacerlo yo, si no te molesta."

Yuuji apenas si levantó la vista hacía a él con la sospecha pintada en el rostro, antes de dejar que Suguru continuara. "¿Por qué?"

"Puedes pensar que trabajo para mi propia conveniencia; ahora debo asegurarme de que te alimentes adecuadamente para no perjudicar tu salud cuando Satoru y yo te mordamos."

Debió imaginarlo. Asintió despacio y reprimió el insulto que quería escapar de sus labios; mejor enfocarse en lo importante: aun no sabía que querían esos dos de él y debía averiguarlo.

"¿Cuánto tiempo estaré aquí?" preguntó después de unos minutos.

"Para siempre." Y la calma de su voz al decirlo solo hizo más difícil para Yuuji no maldecir en voz alta.

"Pero-"

"Yuuji, Satoru y yo no vamos recogiendo lobos solo porque sí. Cuando te decimos que eres nuestro, lo decimos en serio."

Dejó el plato a un lado, repentinamente nervioso y admiró nuevamente al precioso vampiro frente a él.

Yuuji tenía que recordarse respirar cada que los veía. Tenía que recordarse las muchas sospechas que claramente debía albergaba tras cada palabra y acción de los otros dos. Era claro que ocultaban algo, mucho más allá de sus intenciones vagas. Eran vampiros, pero era fácil olvidarlo cuando ellos eran tan engañosamente encantadores.

Mordió su labio y fijó su vista nuevamente en la mesa, esperando que el calor que sentía en sus mejillas no fuese visiblemente notorio.

"¿Por qué? ¿Por qué me querrían? No entiendo. Mi sangre... Soy un lobo, no les sabe ¿mal?"

Geto pareció reflexionarlo para sí mismo antes de negar.

"Sabes bien." Dijo, y luego negó suavemente. "Sabes mucho mejor que solo bien, en realidad. Es extraño incluso para nosotros y es... difícil no ponerte sobre la mesa justo ahora y seguir probando de ti."

El ligero cambio en la sonrisa ajena despertó un extraño estado de alerta que al mismo tiempo lo hizo sentir cohibido.

"¿Te puse nervioso?" Yuu escuchó un resoplido divertido por parte del mayor, antes de que la silla a su lado se moviera y la mano siempre fría del pelinegro le tomara por la barbilla. "Las condiciones son simples Yuuji: te cazamos, te marcamos, eres nuestro. Puedes verlo como... un matrimonio. Eres nuestra esposa."

WinterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora