Especial

258 34 1
                                    

Antes de leer les pido una gran disculpa, se me pasó por completo de que me falto subirles el espacial. 🤧

[...]

¿Hasta donde se es capaz de llegar por una amistad?

Taehyung era el claro y vivo ejemplo, de que las amistades verdaderas si existían.

Y es que, después de Hari, había prometido no tener más pequeños.

Jungkook estuvo de acuerdo, pues tenían suficiente con Junseo y Hari.

Sobre todo porque Hari era el desastre viviente con coletas y dientes de piraña, a diferencia de su hermano que con el tiempo se habia convertido en un niño bastante tranquilo y obediente, Taehyung no lo pensó, ofreció su cuerpo para llevar a ese bebé y nuevamente el embarazo ocurría en su cuerpo.

—¿Que necesitas cariño? —Jungkook era el apoyo fundamental de Taehyung.

Su relación a lo largo de esos años que habían pasado, era fuerte, sólida y llena de mucho amor.

—Mis pies duelen, amor —Jungkook sonríe cuando el puchero de su esposo aparece en sus abultados labios y sabe perfectamente que tiene que hacer.

Saca los pies de su amor, de las calidas pantuflas, y empieza a masajearlos.

—Yoomin te tiene cansado, ¿No es así?

—Ya falta muy poco, solo un poco más —El azabache asiente y besa los pies de su esposo.

—Gracias por lo que haces cariño, eres grandioso...

Y es que de solo verlo, Taehyung ya no parecía ese joven rebelde, al que no le importaba el mundo y actuaba por inercia.

Taehyung era un esposo y padre de familia, que amaba a sus hijos a su lindo conejito con todo el corazón.

Por supuesto que había cambiado.

—¡Papá! —La voz de Junseo los hizo voltear hacia donde se escuchaba venir —¡Papá Hari ha mordido mi hoja de dibujar! ¡Está destrozada!

Las lágrimas en los ojos de Junseo alertó a Taehyung y estiró sus brazos hacía su hijo para calmar su llanto.

—Ya cariño, no llores —Miró al azabache y este entendió con una mirada lo que su esposo le pedía.

Así que dejo los pies de su amor y se levantó.

—¡Jeon Hari!

Esa niña era toda una rebelde.

Mientras Jungkook buscaba a la pequeña traviesa, Taehyung limpiaba los ojos de su hijo.

—No llores amor, hay muchas hojas solo para tí.

—Es... es que... Era un regalo papá.

—¿Un regalo? ¿A quien le darás un regalo, mi amor?

El pequeño de casi cinco años sorbio su nariz y miró a su papá.

—Es... Una niña de la escuela.

Los ojos de Taehyung se abrieron y su corazón empezó a latir con fuerza.

—¿Niña? ¿Te gusta una niña de la escuela?

¿Por qué hacia tanto calor? Era sofocante...

—¡Es preciosa papá!

Dios mío.

El chillido de Hari, seguramente corriendo de su papá llegó a sus oidos y el timbre también.

Todo se sentía pesado.

Por siempre rebeldes² | KookTae Donde viven las historias. Descúbrelo ahora