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Jungkook.

Eran las ocho de la noche cuando nos encontramos en la puerta de la casa, justo después de haber cenado. La comida de mi madre siempre había sido algo especial, y aquella noche no fue la excepción. Todo estuvo tranquilo, cómodo. Incluso después de tantos años, estar al lado de Ara se sentía natural, familiar. Ahora, ya en la entrada, ella estaba por marcharse.

—¿Necesitas que te acompañe a casa? —le pregunté, intentando sonar despreocupado, aunque parte de mí realmente quería hacerlo. Solo para alargar el momento un poco más, para no tener que despedirme tan pronto.

Ella me miró y, con esa sonrisa cálida que siempre me desarmaba, negó suavemente.

—No, Jungkook, pero gracias por ofrecerte. Puedo volver sola. Además, ya es tarde, no quiero que tengas que regresar después.

Asentí, aunque en mi interior deseaba haber insistido. Era una excusa para estar más tiempo con ella, pero sabía que no podía. No después de todo lo que había pasado entre nosotros.

—Está bien, pero avísame cuando llegues. No quiero preocuparme.

—Lo haré. Gracias por todo, fue una noche muy linda —su voz era suave, tranquilizadora.

Mi madre también se acercó para despedirse, sonriendo con ese cariño que solo una madre puede mostrar.

—Cuídate mucho, Ara. Me dio gusto verte.

—Gracias, señora Jeon, la cena estuvo deliciosa —Ara se inclinó ligeramente en señal de respeto, como siempre lo hacía.

Y así, con una última mirada entre los dos, Ara se marchó. Me quedé en la puerta unos segundos, viendo cómo se alejaba, hasta que su figura desapareció en la distancia. Cerré la puerta despacio y me di vuelta, cruzando la mirada con mi madre. Nos dirigimos a la mesa del comedor, y entonces sentí cómo la sonrisa se instalaba en mi rostro. Una sonrisa genuina, pacífica, algo que no había sentido en mucho tiempo.

Mi madre, que siempre parecía notar cada detalle, me observó con ojos curiosos mientras se sentaba frente a mí.

—¿Esa sonrisa es por lo que pasó en el balcón? —preguntó, con un toque de picardía en su tono.

Me detuve por un segundo, sorprendido de que hubiera notado algo.

—Sí… —respondí, incapaz de ocultarlo.

Ella asintió lentamente, como si estuviera procesando algo que ya sabía.

—¿Todavía sientes cosas por Ara?

Suspiré, relajando el rostro mientras mi mente vagaba de nuevo al momento en el balcón. Besarla después de tanto tiempo... había sido algo indescriptible. Sentir su calidez de nuevo en mis brazos, ese beso que parecía llenar los vacíos de los últimos años.

—Mi corazón se aceleró. Se sintió como la primera vez que la besé. Como si todo ese tiempo no hubiera pasado…

Mi madre me miraba con ternura, pero entonces, en un susurro, agregó la pregunta que no quería escuchar.

—¿Y Min? No es que ella sea santa de mi devoción, pero… ¿no te sientes mal por besar a Ara mientras estás con ella?

La felicidad que había sentido momentos antes se desvaneció. Había olvidado completamente a Min durante ese momento. Lo peor de todo es que no me sentí mal. No me sentí culpable.

—Es complicado… —respondí, mirando a la mesa—. Quiero a Min, pero amarla… sobre todo después de ver a Ara… es muy difícil.

Mi madre mantuvo el silencio, dándome espacio para continuar. No necesitaba decir mucho para que soltara lo que realmente me atormentaba.

BIKER ; JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora