SILENCIO. (Obsesión Vol 3)

CAPITULO III

BOSTON MASSACHUSETTS

DANZEL GALLAGHER

El tiempo pasaba inexorablemente, pero mi apego al soldado de peluche permanecía inmutable. Los días se convertían en semanas, las semanas en meses, y con cada hora que transcurría, la frustración de mis padres crecía exponencialmente. Lo que ellos habían esperado que fuera una fase pasajera se había convertido en una parte integral de mi ser, tan esencial para mí como el aire que respiraba.

Fue así como, una mañana gris y lluviosa, me encontré nuevamente frente a la puerta del consultorio del Dr. Blackwood. Esta vez, la ansiedad que sentía era aún más intensa. Sabía que mis padres estaban al límite de su paciencia, y temía lo que pudiera suceder si el doctor no les daba las respuestas que buscaban.

El Dr. Blackwood nos recibió con la misma sonrisa amable de la vez anterior, aunque pude notar un atisbo de preocupación en sus ojos cuando los posó sobre mí.

"Danzel", me saludó cálidamente. "Me alegro de verte de nuevo. ¿Cómo has estado?"

Antes de que pudiera responder, mi padre intervino bruscamente: "Doctor, hemos venido porque la... situación no ha mejorado. Si acaso, parece estar empeorando".

El Dr. Blackwood asintió gravemente. "Entiendo. ¿Por qué no pasamos y hablamos de ello con más detalle?"

Las siguientes horas fueron una vorágine de pruebas, preguntas y observaciones. El doctor me hizo dibujar, contar historias, resolver puzzles. Todo el tiempo, sentía la mirada penetrante de mis padres sobre mí, como si cada movimiento que hacía fuera escrutado y juzgado.

Finalmente, el Dr. Blackwood se dirigió a mis padres, su rostro serio y compasivo a la vez.

"Señor y señora Gallagher", comenzó, "después de esta sesión y revisando los resultados de nuestro encuentro anterior, puedo confirmar que Danzel no solo presenta un trastorno obsesivo compulsivo leve, como diagnosticamos inicialmente. También muestra signos claros de ansiedad social, dificultades para socializar con sus pares, y una autoestima significativamente baja para un niño de su edad".

Vi cómo el rostro de mi madre palidecía, mientras mi padre apretaba los puños con fuerza.

"¿Cómo es posible?", espetó mi padre, su voz una mezcla de incredulidad y furia contenida. "No entiendo cómo puede tener todos esos... problemas. Tiene un techo sobre su cabeza, comida en la mesa, ropa en su armario. ¡Por Dios, yo tenía menos cuando era niño y estoy completamente normal!"

El Dr. Blackwood lo miró con una mezcla de paciencia y tristeza. "Señor Gallagher, el bienestar emocional de un niño no se mide únicamente por sus posesiones materiales. Danzel necesita conexión emocional, afecto, seguridad..."

"¡Tonterías!", interrumpió mi padre. "Lo que necesita es disciplina y dejar de comportarse como un niño mimado".

El doctor suspiró profundamente antes de continuar. "Les sugiero encarecidamente que consideren la terapia familiar. Los problemas de Danzel no existen en el vacío. El entorno familiar juega un papel crucial en su desarrollo emocional".

Vi cómo mis padres intercambiaban miradas de pánico. La mera sugerencia de que ellos pudieran ser parte del problema era algo que no podían, o no querían, contemplar.

"Agradecemos su opinión, doctor", dijo mi madre con voz tensa, "pero conocemos a nuestro hijo. Estoy segura de que esto es solo una fase difícil. Él... él lo superará".

Mientras salíamos del consultorio, sentí una mezcla de alivio y desesperación. Por un lado, escapaba de las miradas inquisitivas y las preguntas incómodas. Por otro, sabía que volvía a un hogar donde mis necesidades emocionales seguirían siendo ignoradas.