Ni siquiera unos tacones con plantillas de gel te evitan una horrible caída
~ Experiencias de una Castro.
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Me despierto con un curioso mareo por las margaritas que ingerí anoche con tanta simpatía: le había perdido la costumbre al alcohol. La cabeza me daba vueltas y vueltas y...
Voy corriendo al baño para expulsar todo aquello que mi estómago pudiese haber almacenado en las últimas horas. ¡Qué asco! Tras acabar, me planté ante el lavabo para lavar mis dientes con efusividad y así quitar la horrorosa sensación de boca.
¡Vaya chasco! Lo de anoche fue una tremenda cagada, sobre todo cuando Violeta y mi madre se plantaron ante nuestras narices con la cara descompuesta. La habíamos liado bien gorda.
No habíamos llegado a la vuelta de la esquina de nuestra calle cuando nos soltaron una reprimenda que ya me hubiera gustado a mí que la tierra nos tragase. Recibir la furia de las mujeres Casrom era todo un maldito infierno. ¡Qué carácter! Los pastores —tío Fer y mi querido padre— habían decidido dejar a las lobas —sus esposas— con los corderos —nosotras—, no se inmiscuirían. Y eso era terrible porque ellos eran los comprensivos, a veces. Pero sabíamos que, aunque no nos hubiesen castigado directamente, recibiríamos las consecuencias de nuestro, como denominó mi madre: <<infantil comportamiento>>. En fin, que nos agarrásemos los remaches de las botas de Loewe porque se aproximaban pronunciados socavones.
Cuando estoy a punto de volver a la cama para seguir con mi placentero descanso, un puño llama a mi puerta.
—Pasa.
Nonno asoma la cabeza con una sonrisa pícara y cómplice a la vez que interpreta movimientos exagerados con sus encanecidas cejas.
—Te traigo una cosilla, bella.
Sonrío al verlo con una bandeja entre sus manos que incluye un zumo de naranja y algunas tortitas con sirope de caramelo adornadas con rodajas de plátano. Además de un vasito con agua y una aspirina.
—Sei il migliore —le planto un sonoro beso en la mejilla derecha.
—Sé que soy el mejor. Pero no le digas nada a la arpía de tu madre, ¿eh? Que ya sabes cómo reacciona cuando me pongo de tu parte —pone los ojos en blanco—, no hay quién la soporte. Ese padre tuyo tiene una paciencia monumental —le miro con expresión divertida—. Ese genio era de tu abuela, ya ves que sí —dice convencido en su retahíla.
—Gracias.
—Nada, nada. Suficiente que vas a tener ahora con tu padre —vuelve los ojos de satisfacción al robarme una rodaja de plátano y degustarla.
—¿Cómo? —lo miro perpleja una vez me tomo la pastilla y llevo un poco del desayuno a mi boca..., pero se queda a mitad de camino cuando mi nonno dice:
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Un Verano de Lujo ©
RomanceChiara es una chica que lo único que busca es ser libre, pero pertenece a una de las familias más adineradas de España, lo que significa que tienen muchos enemigos que le gustarán verlos caer. Como una de tantas veces, ella decide salir en la noch...