Adriel (con voz suave, pero firme) -No te dejaré caer, Leonel. No importa lo que cueste, no importa lo que tengamos que hacer, te salvaré. Luzbel no es invencible, y juntos podemos encontrar una manera de liberarte de su control. No estás solo, nunca lo estarás.
Leonel bajó la cabeza, sus hombros temblaban con la carga del dolor que llevaba dentro. Las palabras de Adriel resonaban en su interior, despertando emociones que había tratado de mantener dormidas por miedo a la desesperación.
Pero en ese momento, envuelto en la penumbra que lo había mantenido prisionero, sentía algo más: un atisbo de la luz que había perdido, una chispa de esperanza que su hermano intentaba encender en su corazón.
Leonel (con voz quebrada) - Adriel... no sé si soy lo suficientemente fuerte. Cada día siento que me desvanezco un poco más, que la oscuridad se apodera de mí. Luzbel es demasiado poderoso, y su control es tan absoluto que apenas puedo recordar quién soy. Hay momentos en que me pregunto si aún queda algo de mí para salvar...
Adriel, con el corazón pesado por la angustia de su hermano, dio un paso adelante, tendiendo la mano hacia él, como si pudiera atravesar la distancia que los separaba con un simple gesto.
La desesperación en la voz de Leonel era un reflejo de la batalla interna que ambos estaban librando, una lucha contra la oscuridad que intentaba consumirlos desde dentro.
Adriel (con lágrimas en los ojos) -Leonel, escúchame. No importa cuán fuerte sea la oscuridad, no importa cuán profundo sientas que has caído. Mientras haya un rastro de luz en ti, mientras haya un solo latido en tu corazón que resista, hay esperanza. Luzbel no ha ganado, no mientras tú sigas luchando. Y yo... yo estaré contigo en cada paso de este camino.
Leonel levantó la vista para mirar a su hermano, sus ojos reflejaban un dolor tan profundo que parecía no tener fin, pero también había una chispa, un destello de algo que aún luchaba por sobrevivir.
La conexión entre ellos, el vínculo de gemelos que habían compartido desde antes de nacer, era algo que ni siquiera la oscuridad más densa podía romper.
Leonel (con voz apenas audible) -Adriel... tengo tanto miedo. No quiero perderme en esta oscuridad, no quiero convertirme en algo irreconocible. Pero no sé cómo seguir luchando... no sé cómo escapar de esto. Ayúdeme hermano.
Adriel sintió el dolor de su hermano como si fuera el suyo propio, y supo que no podía dejar que Leonel sucumbiera a esa desesperación. Se acercó aún más, su mano extendida temblaba mientras intentaba alcanzar a su gemelo, sabiendo que no podía permitir que la oscuridad ganara esta batalla.
Adriel (con voz firme) - Leonel, no estás solo en esto. No tienes que luchar solo. Déjame ayudarte, déjame compartir tu carga. Juntos, podemos encontrar una salida, podemos vencer a Luzbel y al Heraldo. No te rindas, por favor.
Leonel, sintiendo la fuerza y la determinación en las palabras de su hermano, dio un paso hacia adelante, como si estuviera intentando alcanzar la luz que Adriel le ofrecía.
Pero antes de que pudiera tocar su mano, una sombra densa se levantó entre ellos, como una barrera impenetrable que separaba a los dos hermanos.
Una sombra surgió del suelo, oscura y densa como el mismo abismo, una barrera que se alzó entre los gemelos, impidiendo que se tocaran. Era como si la misma oscuridad que había envuelto a Luzbel se manifestara en ese instante, reclamando su dominio, negando cualquier intento de salvación.
Adriel retrocedió, sorprendido y desesperado por la repentina aparición de la sombra. Sabía que esta era una manifestación del control que Luzbel tenía sobre Leonel, una prueba más de lo fuerte que era la oscuridad en la que estaba atrapado.
Leonel (con voz desesperada) - ¡No! ¡Adriel, por favor, no te acerques más! Luzbel... él no quiere que te acerques. ¡No quiere que me salves!
La sombra creció, alzándose como un muro entre los dos hermanos, pero Adriel no podía retroceder, no podía permitir que la oscuridad lo separara de su hermano. Sabía que esta era una prueba, un desafío que debía superar para llegar a Leonel.
Adriel (gritando con determinación)- ¡No! ¡No dejaré que la oscuridad nos separe! Leonel, sigue luchando, por favor. No importa lo que Luzbel intente, no dejaré que te pierdas. ¡No dejaré que caigas en la oscuridad!
La sombra pareció titubear ante la fuerza de las palabras de Adriel, como si la luz dentro de él hubiera alcanzado la oscuridad y la hubiera debilitado, aunque solo fuera por un momento. Pero entonces, la sombra se agitó violentamente, y Adriel sintió un tirón en su interior, como si algo intentara arrancarlo del lugar, separarlo de su hermano.
La sombra se arremolinó con una furia repentina, como una tormenta que estalla sin previo aviso. Adriel sintió el tirón en su alma, una fuerza que intentaba arrancarlo de la realidad, separarlo de Leonel. Pero en su corazón, la luz de Miguel brillaba con intensidad, resistiendo la oscuridad que intentaba dominarlo.
Miguel, sintiendo el peligro inminente, concentró toda su energía en proteger a Adriel, envolviéndolo en un escudo de luz que lo anclaba a la realidad, evitando que fuera arrastrado por la sombra. Pero el esfuerzo era enorme, y ambos sabían que no podían mantener esa resistencia por mucho tiempo.
Miguel (con voz firme pero cansada) - Adriel, debemos retirarnos. No podemos enfrentar esta oscuridad directamente... aún no. Debemos encontrar otra forma, otro camino para llegar a Leonel.
Adriel, luchando contra la desesperación que amenazaba con apoderarse de él, supo que Miguel tenía razón. La sombra que los separaba era demasiado fuerte, y forzar el encuentro solo pondría en peligro a ambos. Con un doloroso esfuerzo, retiró su mano, sus ojos llenos de lágrimas al ver a su hermano alejarse, cada vez más envuelto en la oscuridad.
Adriel (con voz quebrada) - Leonel... lo siento. Volveré por ti, te lo prometo. No te dejaré en la oscuridad. Encontraré una manera de salvarte.
Leonel, ahora casi completamente cubierto por la sombra, alcanzó a susurrar una última vez, su voz apenas audible en medio de la tormenta de oscuridad.
Leonel (con voz débil) - Adriel... no te rindas. No me olvides... Ayúdame
Y con esas palabras, la sombra lo envolvió por completo, arrastrándolo de regreso al abismo de donde había surgido, dejando a Adriel solo, con el corazón pesado por la promesa que acababa de hacer.
El crepúsculo que rodeaba el pueblo comenzó a disiparse lentamente, como si la retirada de Leonel hubiera debilitado momentáneamente el poder del Heraldo. Pero Adriel sabía que esto era solo un respiro temporal, una tregua en una batalla que estaba lejos de terminar.
Miguel (con voz suave) - Adriel, hiciste todo lo que pudiste. Ahora debemos concentrarnos en lo que sigue. Encontraremos a Luzbel, y cuando lo hagamos, estaremos listos para liberar a Leonel.
Adriel, con los ojos llenos de lágrimas pero la determinación renovada, asintió lentamente. Sabía que la lucha no había terminado, que aún quedaba mucho por hacer, pero también sabía que no podía abandonar a su hermano, que no podía dejar que la oscuridad ganara.
Adriel y Miguel abandonan el pueblo, sus corazones pesados pero sus voluntades más firmes que nunca. El camino por delante era incierto, pero sabían que no podían detenerse, no mientras hubiera una chispa de esperanza, no mientras la luz en sus corazones siguiera brillando.
Y aunque la oscuridad los acechaba en cada esquina, sabían que, juntos, encontrarían una manera de salvar a Leonel y derrotar al Heraldo, antes de que fuera demasiado tarde.
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El Heraldo Del Crepúsculo (Tomo II)
FantasiaSAGA LOS CELESTIALES II Después de la devastadora batalla que dejó a Luzbel como el Príncipe de las Tinieblas y a Leonel atrapado en su control, el mundo ha caído en una aparente calma. Sin embargo, Adriel y Miguel, aún recuperándose de la pérdida...