Noviembre
San Petersburgo, 2019
La habitación de Nika había sido en otra época la 330. El número aún colgaba sobre la puerta con su color metálico, lustroso porque siempre lo limpiaba con cuidado, aunque ya no tuviera sentido. Nunca había entendido bien la distribución de los cuartos. Los que iban del 300 al 330 estaban abajo, los que iban del 200 al 220 en la planta más alta y del 1 al 150, en la planta media. Sabía que tenían algún orden jerárquico y que faltaban cuartos según aquella numeración, pero no había puesto demasiado interés en descifrarlo.
Nika ocupaba la 330 y su abuela la 229, mientras que Alek se había instalado casi desde el principio en la que tenía el número 205. Y, por supuesto, había arrancado el cartelito en contra de los deseos de su abuela.
Los libros de la universidad se esparcían de forma ordenada por el escritorio, preparados para cuando ella regresara del bar.
Ese día iba a volver sobre las nueve de la noche. La rutina era la de siempre: cenar rápidamente lo que hubieran preparado esa noche y subir apresuradamente a estudiar hasta que su cuerpo aguantara.
A las ocho y veinticinco, Alek la esperaba en la puerta del bar como siempre.
Nika le saludó con esa sonrisa y esos ojos, como solo le miraba a él. La esperaba de pie, fumando un cigarrillo y apoyado en el viejo coche rojo que había comprado a los dieciocho con los ahorros de varios meses de trabajo.
Ella llevaba los pantalones negros obligatorios y la camiseta con el logo del bar del pueblo por encima de un jersey negro de punto que la protegía del frío. Se recogía el pelo cobrizo en un moño bajo y se pintaba los ojos aunque el cansancio de las doce horas seguidas se lo estropeara, así que una línea difuminada y medio borrada rodeaba sus ojos verdes sin ninguna delicadeza.
Nika se acercó dando saltitos con su alegría permanente.
一¿Qué tal? 一Alek dejó un beso cariñoso sobre su cabeza y le revolvió el flequillo.
一Todo bien, ¿y tú? ¿Estás muy cansada hoy? 一Le abrió la puerta del coche al tiempo que le quitaba la mochila para guardarla en el maletero.
一Bueno...
一¿Quieres que vayamos a cenar a McDonald's? Creo que no hay nada preparado y...
一¡Si! 一dijo rápidamente.
Su hermano se rio. Era absurdo preguntar. Nika jamás rechazaría comida rápida y menos después del trabajo.
Alek llevaba una chaqueta vaquera sobre una camiseta verde color aceituna. La cabeza se la afeitaba cada dos por tres porque odiaba preocuparse de cómo llevaba el pelo colocado, igual que la barba. La afeitaba por pereza, simplemente.
一Quería hablar contigo 一comentó Alek en el local cuando ya tenían en la mesa sus respectivas cenas.
一¿De qué?
一Fredrik... bueno, se ha peleado con su padre. Se puso la cosa bastante fea 一adoptó un tono serio y solemne. 一Le llevé hace un rato a urgencias.
一¿En serio? Pero ¿se encuentra bien? Ya está en casa, ¿no?
一No... bueno, de eso quería hablarte. No puede volver a su casa. Al menos, por ahora.
Alek titubeó y su hermana le cogió la mano por encima de la mesa con ternura.
一Dime.
一No puede volver. Me preguntaba si te parecía bien que se quedase con nosotros. Kutnesovykh es muy grande, y... no sé...
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Después de perderte
RomanceElisa, que lucha constantemente por encajar en el molde que otros han fabricado para ella, acabará enredada entre las palabras de Altair, un hombre que se lanza a una enfermiza y peligrosa aventura por defender lo que más le importa, aunque eso le c...