8. Siempre será tuyo

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Las ventanas estuvieron durante un buen rato abiertas de par en par. Aunque el dormitorio se quedó helado, Elisa quedó satisfecha porque casi todo el polvo superficial había abandonado la estancia. El cuadro miraba inquisitivo desde su posición y tuvo que ignorar una voz interior que le gritaba que lo quitara de ahí. Se repetía a sí misma una y otra vez que no estaba en su casa, pero no era fácil tomarlo en serio porque era lo contrario a lo que le decían constantemente los habitantes de la casa.

Entró en la cocina en busca de productos de limpieza. No se sentía cómoda rebuscando por los armarios así que fue al jardín dispuesta a preguntarle a la única persona que andaba por allí, aunque no fuese lo más deseable.

Alek la observó desde la distancia y salió del invernadero para acortar la distancia entre ellos. No dijo nada cuando la tuvo enfrente. La miró de arriba a abajo inflando las aletas de la nariz.

一Necesito productos de limpieza, ¿sabes dónde puedo encontrarlos? No quiero molestar a Nika porque creo que está durmiendo.

一En la cocina. Debajo del lavaplatos.

一Gracias.

Elisa se giró para volver.

一¿Puedo preguntar para qué los necesitas?

Se detuvo y le miró. Evitó la tentación de responderle que no era asunto suyo. Respiró hondo. Sabía lo que pasaba con las personas como él y si quería que hubiera cierta armonía entre ellos, ella tenía que dar el primer paso. Cuando eres una persona que huye del conflicto tanto como Elisa, detectas a las personas conflictivas a kilómetros y aprendes, por las malas, cómo tratar con ellas.

一Voy a instalarme en otro dormitorio. Para estar más cómoda los días que me quede aquí.

Alek frunció el ceño.

一¿Y está sucio? Las habitaciones que están reformadas no necesitan limpieza. A menos que seas una fan loca de la lejía.

Negó con la cabeza.

一Creo que no está reformada. Es antigua.

一Ah.

Alek estuvo en silencio unos segundos y apartó los ojos ante la mirada clavada de Elisa.

一¿Cuál es?

一¿Te importa?

Él negó con la cabeza.

一Simple curiosidad.

一Vale.

Elisa se marchó sin mirar atrás, riéndose por dentro por haberle dejado sin respuesta.

Unos minutos después estaba de nuevo en aquella habitación con dos cubos cargados de productos químicos dentro de ellos. En uno, bayetas y estropajos, así como un par de paños secos. En otro, botes de lejía, amoniaco y jabón. Aunque le parecía una bobada, tenía la sensación de que aquel cuarto era el más luminoso que había visto en la casa. Claro que no los había visto todos. Aun así, era su preferido y el más bonito a priori incluso sin limpiar.

Se sentía ilusionada por aquella tarde de limpieza y por dormir en aquella cama. Era como si se hubiera mudado. Durante el proceso, pasó por momentos de todo tipo pensando en la aspereza inmerecida con la que era tratada por Alek, pero también en la amabilidad y el calor que sentía por parte de Nika, Reeta y Bela. Mikael y Novikov también la habían tratado bien, especialmente el último, que parecía querer honrar a su padre con aquel trato.

La mujer del cuadro la observaba y ella se preguntaba si, entre sus antepasados, había algún artista del que ella hubiera heredado el amor por la pintura. Dejando de lado la presencia que tenía aquella mujer y el estilo sobrio del cuadro, le parecía exquisita la belleza con la que había trazado las líneas y la utilización del color del artista.

Después de perderteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora