Capítulo 031: Herida.

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No había pasado una noche lejos de Ale desde la boda. Hacía más de un mes que no pasábamos la noche separadas, pero eso se iba a acabar porque Ale tenía que asistir a una sesión de fotos para Nike en París... durante dos noches. Lo había estado temiendo desde que se había organizado hacía dos semanas.

Se iba justo después de nuestra última sesión de entrenamiento antes de las vacaciones de Navidad. Su vuelo salía a las 2pm, así que nos duchamos, nos cambiamos y salimos rápidamente del campo de entrenamiento para dirigirnos al aeropuerto. Ale nos iba a llevar y yo le llevaría el coche de vuelta a casa para que no tuviera que pagar la exorbitante tarifa del aparcamiento, que yo sabía que odiaba.

Pasó todo el trayecto con una mano en el volante y la otra apoyada en mi muslo, su pulgar recorriendo de un lado a otro la tela de mis jeans.

Yo sabía que ella no quería ir, siempre había odiado este tipo de cosas... las sesiones de fotos, las entrevistas, las apariciones, eran lo que más odiaba de ser futbolista. Quería que fueran sus actuaciones las que hablaran, pero su reciente éxito sobre el terreno de juego y los premios que había ganado fuera de él habían suscitado cada vez más el interés de los medios de comunicación.

Alexia no era una persona a la que le gustara que la atención recayera sobre ella, si pudiera se limitaría a jugar al fútbol y a tener el resto de su vida completamente al margen del mundo exterior, pero esa ya no era la situación en la que se encontraba el fútbol femenino. Estaba creciendo y eso significaba que cada vez éramos más conocidas y era más difícil esconderse. Creo que Ale se ha dado cuenta ahora... desde que he vuelto, el cambio en ella se ha hecho evidente. Solía hacer todo lo posible para no aparecer en los medios de comunicación, evitando todo lo que podía el mundo de los famosos, pero ahora era diferente. Había aceptado que formaba parte de su vida... era Alexia Putellas, la ganadora del Balón de Oro de la que todo el mundo quería saber más y ya no podía esconderse. Hacía las entrevistas, las sesiones de fotos y las apariciones públicas... no las disfrutaba necesariamente, pero no se escondía de ellas y el mundo estaba viendo a la verdadera Alexia.

La Alexia que yo amaba.

Llegamos al aeropuerto y, tras un largo abrazo y un cariñoso beso en la zona de descenso, se marchó. La vi entrar en la terminal antes de que se girara para saludarme con la mano antes de lanzarme un beso y enviarme una suave sonrisa, sus acciones me dijeron todo lo que necesitaba saber.

Me amaba y me iba a echar de menos. Dos días... dos días y volvería a casa.

Volví a la casa y, al cruzar la puerta, me encontré con Nala, que no paraba de dar saltitos a mis pies. Me agaché y la abracé, estrechándola contra mi pecho y acariciando su suave pelaje.

"Mamá se ha ido un par de días, pero tú me harás compañía, ¿verdad, osito Nala?", murmuré en su nuca.

El resto de la noche lo pasé viendo mis reality shows favoritos que Ale odiaba y comiendo comida china para llevar de mi restaurante favorito. No fue el comienzo de las vacaciones de Navidad que había imaginado, pero estaba decidida a disfrutarlas, aunque echaba de menos que Ale estuviera aquí conmigo.

Me fui a la cama antes de lo habitual, media temporada de fútbol me había pasado factura y estaba agotada. Para ser honesta, estaba aburrida de mi propia compañía y si me acostaba temprano entonces mañana llegaría más pronto y estaría un día más cerca de ver a Ale. Me acurruqué en su lado de la cama con Nala a mi lado y cerré los ojos, el olor de Ale persistía en las sábanas haciéndome sentir como si estuviera aquí conmigo.

A la mañana siguiente me desperté más tarde de lo habitual, la alegría de no tener que poner una alarma para entrenar me permitió dormir más tiempo y con mucha más tranquilidad que de costumbre. Me tomé unos instantes para dejar que mis ojos se adaptaran a la luz, antes de rodar hacia la mesilla de noche y coger el móvil.

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