que he hecho?

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Mis padres no mentian cuando dijeron que había echo un desastre, al subir la habitación lo corroboré, estaba todo patas arriba pero no recuerdo haberme siquiera levantado de la cama.

Recogí todo lo que había tirado y fui a hacer la cama, que aunque tampoco la hubiese deshecho para nada, estaba revuelta, estirando las sábanas me quemé la mano, algo muy caliente estaba entre mis sábanas, dude en si debía saber que es o simplemente coger las sábanas y tirarlas pero inconscientemente destapé la sábana y ví un colgante, estaba colorado como si todavía estuviese caliente desde que se fabricó, bajé y con dos manoplas en cada mano, agarre el colgante y bajé de nuevo al salón.

No me había sentado cuando mi timbre sonó, dejé el colgante en la mesa envuelto en las manoplas de cocina y abrí la puerta.

Los ojos sonrientes de Tiffany me recibieron al abrir
-No te esperaba ahora- dije sorprendida
-tus padres me han llamado, preguntaban si habías salido conmigo y que habías echo cosas muy extrañas, aparte me han dicho que estas sola en casa y no voy a dejarte pudriendote cuando se que te molesta no haber ido con ellos- sus palabras me hicieron sentir mucho mejor, estaba envuelta en dudas y miedos desde el incidente con Jackson.

Recordé el colgante ardiente en mi mesa- dame un momento- le cerré la puerta y fui corriendo hacia la mesa, lo toqué esperando quemarme pero para mí sorpresa no quemaba en absoluto -Lexi, me abres o que coño?!- oí vociferando a Tiff -voy voy joder!- respondí poniendome el colgante en el cuello y colocando las manoplas en su sitio.

-que es lo que hacías?-
-colocando una cosa-
-te has puesto un colgante?-
-que? Que más dá-
Ella subió las cejas e ignoró la situación.

Pasamos la tarde viendo una maratón de pelis y la dejé durmiendo en el sofá, subí a mí cuarto después de haber limpiado y colocado todo.

No había pisado la primera planta desde que le abrí a Tiffany, me sentía bien con ella en casa pero no podía dejar de pensar en el colgante, mi pérdida de memoria y- justo sonó mi teléfono, era mi padre.

-Lexian-
-Hola papá-
-lamento haber sido tan duro contigo antes de irme-
-no pasa nada papá, te prometo que no os he ocultado nada, solo me tumbé en la cama y cuando me quise dar cuenta era de día, os ibais a ir y- -
-Lexian, yo te creo y tú madre también- me interrumpió
-tu abuela nos dijo que si algún día pasaba algo así y describias lo que has descrito te dijésemos que subieras a la Boardilla-
-tenemos de eso?-mi padre río
-es muy pequeña, está en nuestra habitación en el techo del armario, me tengo que ir que tú madre me llama, échale un vistazo y cuando lo veas me llamas- no me dio tiempo casi a despedirme y me colgó.

Al día siguiente Tiff se fué a su casa después de desayunar y yo pasé toda la mañana recogiendo, limpiando y colocando.

Terminé mis tareas y me dispuse a hacer la comida, calentar el tupper de mi tía, nos había mandado desde Alemania una comida rara de allí y un experimento culinario suyo asique decidí comerme lo que quedaba.

Subí a mí cuarto y me senté en la silla, pensé en lo que papá me había dicho ayer, sentía una especie de atracción y en la mañana no paraba de entrar a su habitación por alguna razón, cuando quise darme cuenta estaba parada frente a una escalera de pintor en la puerta de la habitación de mis padres, no sé cómo llegué allí, si yo estaba sentada en mi silla...que más dá, todo ha estado muy extraño últimamente, abrí la escalera y subí a la Boadilla, era pequeña y polvorienta, tan pequeña que solo cabía mi cabeza y mis hombros, solo había una caja y unas fotos antiguas de mis padres, lo cogí todo, bajé y fui al salón, puse todo en la mesa y abri la caja.

-Que cojones?!-

El Secreto De SirahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora