Capítulo 8

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TEZZY
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La luz tenue del amanecer se filtraba a través de las cortinas deshilachadas, proyectando sombras suaves sobre los muebles antiguos y polvorientos de la mansión. El aire cargado de humedad se mezclaba con el aroma del café que acababa de preparar, llenando la cocina con un calor acogedor que contrastaba con el fresco matutino. Mientras me movía entre los utensilios de cocina, la madera crujía bajo mis pies, como si la casa misma quisiera recordarnos su antigüedad y el tiempo que había pasado desde que alguien la habitó por última vez.

El sonido rítmico de la escoba de Jungkook, arrastrando el polvo y la suciedad acumulada, resonaba en el silencio de la mañana. Cada barrida liberaba partículas que flotaban a contraluz, creando un espectáculo de polvo danzante que parecía cobrar vida propia.

—Oye, Tezzy —comenzó Jungkook, su voz ligera rompiendo la quietud con un tono juguetón—. Parece que estamos en un sitcom o algo así. Un par de esposos casados tratando de mantener la casa en orden.

La simpleza de su comentario, junto con la imagen mental que evocaba, me arrancó una risa sincera, un sonido que hacía días no resonaba en mis labios. Mientras inclinaba la cabeza para inspeccionar una lata de maíz abollada, sentí que la tensión de nuestros días pasados comenzaba a desvanecerse.

—¿Qué acabas de decir? —pregunté, levantando la vista para encontrarme con su mirada. Sus ojos brillaban con esa chispa de travesura que tanto conocía, y no pude evitar sonreír al ver su expresión.

Jungkook se volvió hacia mí, su cuerpo enmarcado por la suave luz que entraba por la ventana. La risa que brotaba de él era contagiosa, llenando el espacio con una calidez que contrastaba con las paredes frías y desoladas de la mansión.

—Sí, eso. Mira cómo estamos aquí, preparando el desayuno y haciendo tareas domésticas. Solo falta que tú te pongas un delantal y yo un par de pantalones de mezclilla para completar el look.

La idea de él con un par de pantalones de mezclilla desgastados y yo con un delantal floreado me hizo reír de nuevo, pero esta vez con un toque de melancolía. Era fácil perderse en la fantasía de una vida normal, aunque fuera solo por un momento, en medio de la realidad apocalíptica que nos rodeaba.

—¿De verdad estás comparándonos con una pareja casada? —traté de responder con seriedad, pero el esfuerzo fue en vano cuando la risa volvió a escapar de mis labios. Mientras me limpiaba la boca con una servilleta, el sabor amargo del café seguía en mi lengua, un recordatorio de nuestra frágil existencia.

—Bueno, un poco —Jungkook seguía barriendo, cada movimiento de la escoba levantando nubes de polvo que flotaban en la luz—. Pero solo en el sentido de que estamos compartiendo este espacio y haciéndolo más llevadero, como lo haría una pareja en una situación normal.

Sus palabras me reconfortaron más de lo que esperaba. En medio del caos, de la incertidumbre y del miedo constante, esos pequeños momentos de normalidad eran un ancla, una forma de recordar que aún éramos humanos, capaces de reír y bromear, incluso cuando todo a nuestro alrededor había cambiado tan drásticamente.

—Ya veo. Entonces, ¿dónde está el anillo de compromiso y el perro que deberíamos tener? —bromeé, siguiendo su juego mientras intentaba mantenerme en el presente, en este instante de paz y camaradería.

—El anillo está en el próximo armario que exploremos, y el perro... bueno, creo que aún no hemos encontrado una tienda de mascotas cerca —dijo, riendo, y esa risa me llenó de una extraña tranquilidad, como si todo estuviera bien en el mundo por un breve instante.

Ecos De Supervivencia © JEON JUNGKOOK | 𝗖𝗢𝗠𝗣𝗟𝗘𝗧𝗔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora