Ecos De Supervivencia © JEON JUNGKOOK | 𝗖𝗢𝗠𝗣𝗟𝗘𝗧𝗔

Capítulo 5

JUNGKOOK
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Al despertar esa mañana, la luz del sol se filtraba débilmente a través de la tela de la carpa, iluminando el espacio con un tenue resplandor. Me estiré, sintiendo la rigidez de los músculos por la noche incómoda en el saco de dormir. Mientras trataba de despejarme y prepararme para otro día en este desolado mundo, mi mente no podía evitar divagar sobre el futuro.

Estaba absorto en pensamientos sobre cómo sería llegar a Latinoamérica. La idea de desembarcar en un continente tan diverso y vasto, sin un destino específico, era tanto intrigante como desconcertante. ¿Cómo sería el viaje? ¿Encontraríamos una nación que no se hubiera visto tan gravemente afectada por el colapso tecnológico? La incertidumbre sobre qué esperar y cómo adaptarnos a una nueva realidad se cernía sobre mí como una nube pesada.

Mientras estaba en el timón, tratando de planificar nuestro curso y ajustar la dirección del velero, mi mirada se desvió hacia Tezzy, que aún dormía en la carpa. La tranquilidad en su rostro al dormir contrastaba con la inquietud que sentía por el futuro. Su cabello desordenado y el brillo natural de su piel bajo la luz del amanecer me hicieron detenerme por un momento. Fue en ese instante que me sorprendí al darme cuenta de algo que no había considerado antes: la edad de Tezzy.

Me quedé allí, observándola en silencio, el asombro reflejado en mi rostro. No era solo el hecho de que su apariencia fuera diferente a lo que había asumido, sino el impacto de cuántos años parecía tener en comparación con lo que me había imaginado. La madurez en sus rasgos y la forma en que manejaba las situaciones me hizo reconsiderar lo que sabía sobre ella.

Tomé un momento para reflexionar sobre lo que sabía de Tezzy. Había asumido que era de mi misma edad o quizás un poco menor, pero la realidad era que la experiencia que parecía tener y la manera en que lidiaba con las circunstancias mostraban una profundidad que no había notado antes. La diferencia de edad, aunque no abismal, era notable y me hizo ver a Tezzy bajo una nueva luz.

—¿No es curioso? —murmuré para mí mismo—. La vida nos lanza en direcciones que nunca imaginamos, y aquí estoy, tratando de adaptarme a este nuevo mundo con alguien que no solo es más fuerte de lo que aparenta, sino también más experimentada.

Mi mente seguía dando vueltas mientras el velero avanzaba lentamente por el agua, y aunque las preguntas sobre nuestro futuro seguían siendo abrumadoras, el simple hecho de reconocer la fortaleza y la experiencia de Tezzy me daba un pequeño sentido de esperanza. Quizás, a pesar de todas las dificultades, encontraríamos una manera de salir adelante, juntos.

Pasaron unas horas y el sol ya estaba en su punto más alto. Me encontraba sentado en la cubierta, con una lata de frijoles en una mano y el mapa en la otra. La brisa marina era fresca, un alivio bienvenido bajo el calor del mediodía. Entre bocados, mis ojos recorrían las líneas del mapa que Tezzy había dejado marcadas con precisión. La ruta estaba claramente trazada, con anotaciones que indicaban puntos de referencia y direcciones. No podía evitar sentirme impresionado por lo meticulosa que había sido.

Mientras masticaba lentamente, levanté la vista hacia la carpa donde ella todavía dormía. Era sorprendente lo mucho que podía dormir. Ya era mediodía y aún no había mostrado signos de despertarse. Me hizo pensar en lo agotada que debía estar, física y mentalmente. Este mundo no daba tregua, y aunque Tezzy siempre se mostraba fuerte y resuelta, no era inmune al cansancio que venía con cada decisión, cada paso que dábamos en este nuevo y despiadado entorno.