4.- X-Men

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Era un día soleado y tranquilo en el pequeño rincón de Canadá donde Wade y Logan habían construido su hogar. Habían pasado cinco años desde que se mudaron, un tiempo en el que sus vidas se habían entrelazado de una manera tan profunda que el amor que compartían solo se había fortalecido con el paso del tiempo. Wade, ahora un hombre de 25 años, que seguía siendo el mismo lleno de energía y bromas que Logan había conocido. A pesar del tiempo y la madurez, su sentido del humor no había cambiado.

Logan, por otro lado, parecía casi inmune al paso del tiempo. Su apariencia se mantenía tan robusta y juvenil como siempre, un recordatorio constante de su naturaleza inquebrantable. Aunque los años pasaban, su amor por Wade seguía siendo tan firme y constante como el primer día que se conocieron.

Un día, Logan entró en la casa con una expresión de seriedad que rara vez mostraba. En sus manos llevaba una pequeña caja, y Wade, intrigado, lo miró con curiosidad.

—¿Qué es eso? —preguntó Wade, una sonrisa juguetona en el rostro.

Logan se acercó a Wade y, con un gesto solemne, abrió la caja para revelar dos anillos brillantes. La sorpresa en los ojos de Wade era evidente mientras Logan comenzaba a hablar.

—Sabes que, en Canadá, los matrimonios entre personas del mismo sexo aún no son legales. Pero esto —dijo Logan, levantando uno de los anillos— es una promesa. Una promesa de que, pase lo que pase, estaré aquí para ti. Cuidaré de ti en la salud y en la enfermedad, te amaré y te apoyaré siempre.

Wade se quedó sin palabras por un momento, sus ojos brillando con emoción. La broma se desvaneció y, en su lugar, una profunda gratitud y amor llenaron el espacio entre ellos. Logan continuó, con la voz firme pero llena de ternura.

—Estos anillos no son solo joyas. Son el símbolo de nuestro compromiso, una promesa de que no importa lo que diga el mundo, siempre seremos un equipo.

Wade tomó el anillo que Logan le ofrecía, y con un gesto tembloroso pero decidido, lo deslizó en su dedo. Luego, miró a Logan con una sonrisa sincera.

—No necesito ninguna puta ley para saber lo que significas para mí. Estos anillos son perfectos. Gracias, gatito. No hay nada más que desee en el mundo que seguir a tu lado.

Logan le colocó el anillo en el dedo, sus ojos reflejando el mismo amor y devoción que siempre había sentido. Se abrazaron con fuerza, el amor entre ellos palpable en cada gesto.

En un mundo donde las leyes aún no reflejaban la profundidad de su amor, Wade y Logan encontraron una manera de celebrar su unión de la forma más significativa posible. Para ellos, los anillos no solo representaban un compromiso formal, sino el verdadero matrimonio de corazones que habían elegido seguir unidos, sin importar las circunstancias externas.

La vida de Wade y Logan había encontrado una estabilidad y una felicidad serena en su rincón de Canadá, pero como a menudo sucede en las historias de amor, el equilibrio puede ser fugaz. Los meses de paz y amor se vieron interrumpidos por la visita inesperada del profesor Charles Xavier, un antiguo conocido de Logan que había llegado con una oferta que cambiaría su vida.

El profesor Xavier, con su presencia pacífica y su enfoque inquebrantable en el bien mayor, tenía una propuesta para Logan. La petición era clara: regresar a Estados Unidos para unirse a su equipo de mutantes y luchar por un mundo mejor. Sabía que Logan había estado buscando una forma de redimirse por su pasado en las fuerzas armadas, un pasado que lo atormentaba y que deseaba cambiar por la muerte de inocentes.

La oferta de Xavier era tentadora, y aunque la idea de regresar a un lugar cargado de recuerdos dolorosos le causaba incertidumbre a Logan, el sentido del deber y la oportunidad de enmendar sus errores lo llamaban. Desde ese día pasaba las noches en vela, ponderando su decisión, y la ansiedad se apoderaba de él.

Reescribiendo el amor [Poolverine]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora