Glimmer [GL]

13

A principios de octubre, las mañanas y las tardes en Zhouping ya eran bastante frescas. El frío había llegado pronto y los transeúntes se abrigaban con gruesos abrigos de algodón. Después de ponerse el pijama, Gu Kexin estaba junto a la ventana, mirando hacia abajo. Tenía los brazos cruzados delante del pecho y se los tocaba ligeramente con las yemas de los dedos. Sentía frío en la piel, pero no parecía notarlo. Al cabo de un rato, retiró la mirada.

Al otro lado de la puerta, Jing Yuan saboreaba su té. Era aromático y suave, con un ligero amargor al principio, seguido de un regusto dulce. Solía probar el té con sus padres en casa y sabía distinguir un buen té con sólo un sorbo. Sin embargo, este té carecía de un aroma único, quizá porque Gu Kexin lo había preparado apresuradamente por falta de tiempo.

Se oyó un ruido en la habitación detrás de ella. Jing Yuan giró la cabeza y vio a Gu Kexin saliendo en pijama.

El pijama era de un rojo vibrante, parecido a un estallido de fuego a primera vista, algo deslumbrante. Gu Kexin se había desmaquillado y su larga melena colgaba suelta tras ella, con algunos mechones cayendo sobre su pecho, balanceándose ligeramente. El pijama era un vestido de seda con un cinturón atado a la cintura. El dobladillo le llegaba por debajo de las rodillas y el vestido era algo holgado, pero el cinturón acentuaba su esbelta cintura y sus gráciles curvas. Gu Kexin caminó directamente al lado de Jing Yuan y sonrió disculpándose: "Siento parecer un desastre".

Al sentarse, el dobladillo de su vestido se subió un poco, mostrando sus suaves rodillas y pantorrillas. La exquisita seda roja contra su piel la hacía parecer aún más blanca y delicada, extremadamente llamativa. Una fragancia tenue y sutil empezó a impregnar el salón, fresca y no abrumadora. Jing Yuan bajó los ojos y dijo: "Es culpa mía. No debería haberte molestado tan tarde".

"No es ninguna molestia", respondió Gu Kexin. Miró la taza de té que había sobre la mesa y preguntó: "¿Quieres más té? Puedo rellenártela".

Jing Yuan declinó cortésmente: "No, gracias".

"De acuerdo", dijo Gu Kexin. "No es bueno beber demasiado té por la noche. Te traeré zumo".

Recogió las dos tazas de la mesa y se dirigió a la cocina con paso tranquilo. Al cabo de un rato, volvió al sofá y le dio un vaso de zumo a Jing Yuan, diciendo cariñosamente: "En realidad, no me gusta el té".

"Siempre me parece amargo", dijo ella, tomando un sorbo del zumo. Así que suelo tomar té de hierbas". Por suerte, el té de antes ya se había enfriado, si no ya estaríamos de camino al hospital".

Su tono medio bromista hacía que pareciera que estaba charlando con una vieja amiga, creando un ambiente muy agradable. Jing Yuan se dio cuenta de que estar con Gu Kexin siempre era así; ella podía aligerar cualquier estado de ánimo, sin importar el entorno.

Era un talento natural, un don innato que Jing Yuan admiraba pero que nunca podría aprender.

Al ver que Jing Yuan permanecía en silencio, Gu Kexin preguntó: "¿Te gusta el té?".

Jing Yuan sostenía la taza entre las manos, con los dedos frotando el borde. Acababa de sacar el zumo de la nevera y la condensación que se formaba en la taza le refrescaba las palmas de las manos.

"Me gusta bastante", respondió Jing Yuan, mirando a Gu Kexin con expresión tranquila. "A mi madre le encantaba preparar té para los invitados en casa".

Al oír la palabra "invitados", Gu Kexin pareció pensativo. "Tienes una buena relación con tus padres, ¿verdad?".

Jing Yuan se sorprendió ligeramente por la pregunta. Gu Kexin fue la primera en preguntarle si tenía una buena relación con sus padres. Los demás nunca mencionaban a sus padres, como si fuera un tema tabú. Incluso su mánager evitaba hablar de sus padres delante de ella, como si hubiera una gran desavenencia entre ellos. Parecía que los rumores se habían extendido mucho y, debido a su carácter frío y reservado, nadie intentaba verificar la verdad. Así, la idea de que tenía una relación tensa con sus padres se había "establecido".