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El nacimiento de la Luna oscura

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El nacimiento de la Luna oscura

Topkapi 1520 - Octubre 29

En el carruaje iba una mujer de gran porte, con joyas colgando por su cuello, Ayse Hande Sultán cuya bendición más grande era llegar al imperio sin tocar el suelo descalza, aquella mujer tenía en sus manos el corazón del ahora sultán Suleyman.

Llegó al palacio de su cuñada y amiga, Beyham ambas eran indudablemente la confidente de la otra, y al enterarse de la ejecución del esposo de su amiga no dudo en desviar su carruaje, Topkapi no se caería si ella no llegaba hoy.

—¡Atención, la sultana Ayse está aquí! —la mujer recibió reverencias por el servicio del palacio, sus hijos, Ahmed y Mahmud estaban al lado de ella caminando con confianza, ambos tenían 12 años, eran mayores y los favoritos del pueblo para subir al trono cuando el sultán muera.

—¡Ayse! —grito la mujer cuyos ojos y belleza se veían opacados por el negro y la tristeza en su mirada.

—¡Beyham!— corrió a abrazar a su fiel amiga mientras ambas lloraban por la perdida, una perdió a un amigo y otra a su compañero de vida y corazón.

El vientre abultado de Ayse impedía el abrazo a profundidad, pero alegraba a la hermana del sultán el sentir a su sobrino o sobrina en él.

—Mahmud, escribe una carta a tu padre, diciéndole que nos quedaremos con tu tía Beyham hasta que pase su luto.— ordenó la mujer mientras acariciaba el cabello de su amiga, al oír el escándalo, Fatma sultán, Shagrazad sultán salieron a ver, encontrándose también con su fiel amiga.

—Si madre, sultanas, es un placer verlas, pero se nos ha hecho un pedido.— se despidió el niño de sus tías y junto a su gemelo partieron a los que serían sus aposentos para hacer lo pedido.

—¡Oh Allah, pero que grandes están los príncipes!—Fatma fue la primera en caerse de espaldas al ver la belleza que ambos poseían.

—Seguramente ya vuelven locos a las concubinas.— aquello hizo que todas ellas rodarán los ojos, sus niños aún no tendrían un harem.

—Es verdad, haces un gran trabajo con los príncipes de la corona Ayse, en especial con Mahmud, Allah guíe su caminó— la sultana viuda hablo, separándose del abrazo y guiando a todas al salón para tomar el té.

—Mis hijos, no solo tienen a la dinastía otomana en su sangre, también a la francesa, Ahmed subirá al trono de Francia mientras su hermano gobierna el imperio de su padre.— hablo, mientras decía todo aquello un fuerte dolor invadió su vientre.

Una contracción.

Y otra, y otra, las sultanas actuaron rápido mientras su cuñada gritaba de dolor, la doctora no tardo en llegar, mientras los príncipes veían todo preocupados por su madre.

—¡Si mi madre muere sus cabezas serán cortadas!—grito Mahmud, ordenando papel y tinta para mandar otra carta a su padre.

Y mientras Ayse daba a luz, en Topkapi una señorita de cabellos rojos ingresaba a los aposentos del sultán por tercera semana consecutiva.

....6 horas

10 horas...

14...

Hasta que un llanto inundó la habitación, uno que hizo que su corazón se detuviera. La luna estaba oscura, mientras las estrellas brillaban intensamente, el viento soplo con fuerza.

—Felicidades sultana, es una niña —la doctora le enseño a la pequeña sultana a su madre, mejillas sonrojadas, piel blanca, y un poco de pelo negro en su cabeza.

Era el retrato de su abuela, la condesa de Versalles.

Esa noche, nació la sultana más poderosa y la más peligrosa.

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