Capítulo I

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─¡Sokudo! ¡A comer!
─¡Voy! ─el niño hambriento, que había estado jugando en la calle corrió hasta el comedor. Su euforia se disipó al encontrar su cuenco con muy poca comida ─¿Solo este arroz? Esto es muy poco ─se quejó.
─Lo siento mucho hijo. Tenemos que aguantar con las reservas de arroz que tenemos hasta encontrar un nuevo trabajo.

Denki Sokudo era hijo de una familia de comerciantes y navegantes de la Ciudad de Inazuma, sus padres habían heredado la tradición de exportar e importar productos de Inazuma a Liyue y viceversa. Desde hace un tiempo la gobernante de Inazuma, Shogun Raiden, decidió cerrar las fronteras por los que oficios como el que realizaban los padres de Sokudo no tuvieron cabida en el hermetismo de la nación. Por suerte, tenían una gran reserva de arroz destinada a la exportación, pero debido a la situación ahora es lo más preciado para ellos, aunque esta reserva no duraría eternamente. Poco a poco el arroz se fue agotando y la crisis de oficios en la ciudad no favorecía esta tesitura.

─Mamá hay que hacer algo. ¿Cómo vamos a dejar que el hambre nos mate por el capricho de una persona?
─No es cualquier persona, es una diosa y arconte, no hay nada que algún humano pueda hacer.
─Si no podemos a la fuerza, ¿por qué no hacemos un trato con ella? ─planteó el niño.
─No se le puede hacer un trato con quien lo tiene todo ─dijo el padre de Sokudo.
─Ella es orgullosa, no pasará por alto que alguien quiera desafiarla ─empezó a planear el niño.
─No pensarás en desafiarla en combate, ¿verdad? ─dijo su madre incrédula pero un tanto preocupada.
─No... Tengo que pensar algo que se me dé mejor... ─empezó a pensar el niño ─¡Correr! Soy el más rápido de mis amigos.
─Mejor termina de comerte el arroz ─dijo incrédulo su padre.
─¡Lo haré! Entrenaré para ser la persona más rápida de Inazuma ─dijo desafiantemente, molesto por la incredulidad de sus padres ─¡Os lo prometo!

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Al día siguiente su madre se sorprendió al verlo correr por la calle con mucha seriedad, mientras le decía a sus amigos que él liberaría a Inazuma de la dictadura. A los meses su padre consiguió ser alistado en el ejército de Inazuma, que abrió sus puertas a la ciudadanía debido a rumores de la rebelión. No fue una idea que le gustase, pero era la única manera de mantener a su familia fuera del hambre.

Pasaron años de la promesa que el pequeño Sokudo había hecho y él seguía entrenando con el mismo objetivo. Día tras día corría cada vez más rápido, cada vez más lejos y cada vez más tiempo. Su agilidad le permitía saltar de piedra en piedra sin siquiera mirar donde saltaba. Poco a poco se acercaba el día y el temor de sus padres crecían. Tras años, la velocidad de Sokudo era casi inhumana, la gente veía en él la esperanza de la libertad, bajo el apodo de "el rayo de Inazuma".

Legend Quest: VoltDonde viven las historias. Descúbrelo ahora