★Capítulo 2★

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Santiago.

Actualidad.

El aire golpea mi cara al salir de la cafetería.

Día nublado, mis favoritos.

Aunque todos los días en este pueblo siempre está nublado, no todos los días son mis favoritos; ¿Raro, verdad?.

Camino a pasos lentos con mi café en una mano y la sombrilla en otra. Llegaba tarde a la primera hora de clases, pero no me importaba en lo absoluto. Muy pocas veces disfrutaba poder caminar sintiendo este clima por mi cara y cuerpo, todo gracias a qué mi moto se haya descompuesto, claro. 

Sigo caminando mientras mis auriculares empiezan a producir una melodía tranquila, disfruto de la canción hasta que termina, me detengo un segundo cuando escucho un grito.

—¡Muévete!

Gritan a mi espalda como advertencia pero antes de poder ver de que se trata, siento como alguien choca contra mi espalda, derramando un líquido caliente sobre está.

—¡Maldita sea! —exclamo al sentir toda mi espalda empapada.

—Lo siento, lo siento —escucho decir a una voz femenina.

Niego, rezando mentalmente al señor de arriba que me de paciencia.

—Tranquila, estoy bien —intento tranquilizarla—¿Tú estás bien?

Y la miro.

¿Han sentido ese momento en el que el mundo se para y las cosas pasan más lento?

Bueno, lo estoy sintiendo justo ahora.

Y también estoy sintiendo cómo los latidos de mi corazón se hace más fuerte.

—¿Santiago?

Sonrió débilmente.

—El mismo que viste y calza —intento bromear, siento como si voz sale rasposa y carraspeo antes de hablar—¿Cuándo volviste?—pregunto, aunque en realidad sólo quiero irme de aquí.

—Hace una semana —sonríe emocionada— Me moría por verte y a los demás, ¿Cómo están?

—Hace una semana —susurro para mí y niego apartando la mirada —Ellos están bien, sobreviviendo a la vida en general.

Asiente y nos quedamos en silencio sin saber que más decir, tenerla una vez más de enfrente hace que mi corazón se acelere y mi mente se quede en blanco, quiero preguntarle tantas cosas, pero a la vez no quiero hacerlas, abre la boca y la cierra intentando decirme algo.

Hago lo mismo varías veces hasta que la miro y murmuro.

—Me tengo que ir —aviso —Se me hace tarde para llegar a la segunda hora de clases.

Ella me mira y guarda silencio un segundo.

—Santiago quie… —se corta a ella misma y niega —Nos vemos luego.

La miro confundida y sonrió forzadamente.

—Seguro.

Mentiroso.

Me giro dándole la espalda y sin dejar que diga otra cosa empiezo a caminar hacia la universidad, sigo caminando a pasos rápidos  hasta que llego a la entrada.

Me detengo un momento para poder tranquilizar mi respiración y a mi corazón. Siento como alguien me golpea la espalda, alzo la mirada encontrándome con los ojos café de mi mejor amigo me habla pero yo no le escucho, mi mente se desconecto de la realidad y lo único que puedo pensar es en ella.

Fernanda regresó.






SERENDIPIA... [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora