EL AMANECER DEL AÑO ZERO

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El búnker se había convertido en nuestro Nuevo hogar, aunque "hogar" era una palabra Que se sentía vacía y sin sentido en este Contexto. Vivir en un espacio tan reducido, con las paredes de metal frío y el aire enrarecido, hacía que el tiempo pareciera Detenerse.

El búnker tenía lo básico para Sobrevivir, pero no podía ofrecer nada para mantener la cordura. Mi mamá se mantenía en silencio, su rostro reflejaba el miedo y la Incertidumbre que todos compartíamos.

Mi Papá, aunque intentaba mostrarse fuerte, tenía en su mirada una mezcla de preocupación y resignación.

Pasábamos los días hablando en voz baja, como si temiésemos romper el silencio que Nos envolvía. La radio seguía siendo nuestra única conexión con el mundo exterior, pero las noticias que transmitían solo servían para recordarnos lo frágil que era nuestra Situación. Afuera, el mundo se desmoronaba, y nosotros estábamos atrapados en este pequeño refugio, esperando, sin saber realmente qué esperar.

-¿Cuánto tiempo más crees que tendremos que Estar aquí, papá? -

pregunté un día, Rompiendo el silencio que se había instalado Entre nosotros. Mi papá levantó la vista, sus ojos cansados

Mostraban la lucha interna por encontrar una respuesta que nos ofreciera consuelo.

-No lo sé, hijo. Solo podemos esperar y hacer lo mejor que podamos con lo que tenemos.

Mi mamá, que estaba sentada en la esquina de La habitación, suspiró profundamente.

-Todo esto parece un mal sueño del que no podemos despertar.

No había respuesta que pudiera aliviar esa sensación. En su lugar, el silencio volvió a Llenar el espacio entre nosotros.

Pasaron los días, y la monotonía del refugio empezó a ser rota por una sensación creciente de inquietud. Todo cambió una Tarde, cuando un golpe fuerte en la puerta del búnker nos sobresaltó. El sonido resonó por las paredes metálicas, cortando el aire denso y haciendo que mi corazón se Acelerara. Mi papá se levantó de inmediato, sus instintos militares activándose al instante.

-Quédense aquí -ordenó con voz firme, mientras se dirigía a la puerta con una escopeta en mano.

Mi mamá y yo nos miramos, sabiendo que lo que sea que estuviera afuera, no podía ser Bueno. Mi papá abrió la puerta con cautela, Y lo que vimos nos dejó sin palabras. Un Hombre, completamente cubierto por un traje militar negro, con una máscara de gas que Ocultaba su rostro, estaba parado frente a Nosotros. Su presencia era imponente y aterradora, como si la muerte misma hubiera Tocado a nuestra puerta.

-¿Es usted el sargento Max? -preguntó el Soldado, su voz filtrada a través de la mascara, lo que la hacía sonar aún más fría Y distante.

Mi papá asintió, con la escopeta aún firmemente agarrada en sus manos.

-Sí, soy yo. ¿Qué es lo que quiere?, el soldado bajó ligeramente su arma, como Señal de que no venía con intenciones hostiles.

-He venido a buscarlo a usted y a su Familia. A órdenes del gobierno, todos los militares, científicos y personas de utilidad, junto con sus familias, serán evacuados a un búnker de alta seguridad. La situación afuera se está volviendo Insostenible.

Mi papá frunció el ceño, procesando la Información.

-¿A qué se refiere con "insostenible"?

El soldado lo miró, o al menos eso parecía, detrás de esa máscara.

-La radiación está mutando a las personas, volviéndolas agresivas. No podemos permitir que esto se propague. Su experiencia militar Es valiosa en estos momentos. Necesitamos Irnos ahora.

EN ESTADO DE DESCOMPOSICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora