𝐈𝐭𝐚𝐥𝐢𝐚 𝟏𝟗𝟏𝟐

130 19 0
                                    

12

Miraba furiosa mi antigua casa en llamas y los gritos del pueblo mientras Dalia se mantenía a mi lado, observando el caos pero en silencio. Podía notar mi furia, tal vez podía olerla incluso.
Con el equipaje pequeño que pude llegar a salvar, que consistía en varias bitácoras alrededor de mis años y un simple trapo bordado, camine en silencio sin mirarla. 

Durante unas horas caminando a velocidad humana, porque para Dalia ya podía considerarse suficiente castigo después de lo adicta que se hizo a sus habilidades vampíricas, ella interrumpió, colocándose a una velocidad sobrenatural delante de mi. En medio del bosque.

- Dije que lo sentía - sus ojos carmesí, que estaban mas rojo que nunca por el evento anterior, me miraron bajo la luna -  No fue mi intención, se lo prometo - su tono de voz falso ya no era creíble para mi, no después de estos últimos años.

- ¿Sabe lo que esta provocando? - le pregunte histérica, con furia, intentado no convertir mi alrededor natural en roca muerta - Pronto nos atraparan ¿y que hare entonces? - Dalia dejo su cara falsa dolida y me escucho atentamente - No podre salvarla de eso, no de Aro, no de los Vulturis.

- Claro que podrás, siempre lo hace - pronuncio con una expresión seria, y en esos entonces comenzaba a entender como iba a ser la temática de nuestra relación - Aeris, eres Aeris - negué mirándola y ella acaricio mi cuello con sus delicados dedos asesinos.

- Me destrozaran, extremidad por extremidad y tu serás la siguiente - deje ese vocabulario cortes que siempre intento mantener entre nosotras, para no perder aquella magia - Volverás a ser una mortal delante de ellos, en un antiguo pestañeo.

Dejo de acariciar mi cuerpo y apretando la mandíbula dio un paso hacia atrás. Estaba furiosa, o tal vez simplemente le había sentado mal escuchar por primera vez una advertencia a su comportamiento. 
La excusa de ser neófita ya no servía conmigo.

- Nos quedamos sin pueblo lejanos a la civilización, Dalia - seguí intentado que entrara en razón - Los rumores, las noticias, lo que sea que se este creando sobre todo esto va en aumento y mas rápido que nosotras si se lo propone.

 El silencio de la noche hacia que mi tono de voz fuera mas fuerte, mas penetrante, mientras que ella intentaba mantener la rabieta a un lado. Y como no, el razonamiento también lo mantenía alejado, como se hacia común en este tiempo.

- Esto no es mi culpa - comenzó ella, librándose de cualquier responsabilidad - Yo no elegí esta vida, yo no elegí ser lo que soy y simplemente mis impulsos ganan - se acerco y esta vez agarro mi cuello de una manera mas violenta, no quedaba cariño como en su anterior caricia - Tu sabes mucho de eso ¿no? 

En un movimiento rápido la encerré en contra de un árbol, con roca. Mantuve todo lo que pude mi cordura para no apretar todo lo que pudiera la roca y despedazarla en ese mismo instante.
Sabia a que quería llegar con esa estúpida frase, y con ese estúpido tono condescendiente, pero ya había tenido suficiente.

- Este es el ultimo sitio que provocas todo eso - me miro mientras me analizaba, como siempre, preparada para manipularme - El ultimo lugar que tengo que abandonar corriendo, el ultimo todo - trato de hablar pero tape su boca con mas roca - Acataras mis ordenes, quieras o no.

Lágrimas cayeron por su rostro, y fruncí el ceño. 
A Dalia le encantaba usar su don humano, eso que le permitía mostrar emociones humanas con tanta facilidad, como si no estuviera muerta al igual que yo. 
Pero sus ojos volvieron a su color natural, y su piel volvió a ser cálida en lugar de pálida, y me recordó a ella. No a lo que era ahora, si no a mi verdadera Dalia.

𝐑𝐞𝐬𝐢𝐬𝐭 𝐥𝐨𝐯𝐞  │𝐋𝐞𝐚𝐡 𝐂𝐥𝐞𝐚𝐫𝐰𝐚𝐭𝐞𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora